Hoy como cada mañana me levanto y voy rumbo al colegio, siento que todavía no entiendo bien de porque hay que cumplir con esta etapa y no puedo estar realizando lo que a mi me gusta, sino que estoy inserto en un sistema que a mi nadie me pregunto si quería participar, miro a mi alrededor y miro a niños que no entienden el porque su mamá los lleva a un lugar frío, con personas que no conoce, pero que tiene que aceptar porque es lo que la sociedad exige.
Para mi el tema del colegio nunca fue algo terrible, de hecho siempre me he encontrado inverso en este mundo de la educación, comencé en la sala cuna y hasta hoy terminando mi enseñanza media, no se como se me pasaron tan rápido doce años de mi vida encerrados en un aula y con tantos docentes que te rodean. Siempre para mi el tema del colegio fue divertido, me gustaba mucho. Mi madre siempre que me portaba mal me decía: - Joaquincito, si te portas mal te voy a meter a ese colegio… si ese el municipal donde van puros niños llenos de piojos...-Para mi siempre fueron unos piojentos mal olientes, siempre viviendo en una burbuja, encerrado en mi realidad, sin mirar a mi alrededor y con mis padres que no me dejaban ver lo que pasaba al lado mío.
Nunca me voy a olvidar de ese día en que mi padre me dijo que ya no tenia plata y que la única opción para seguir estudiando era ir a ese colegio donde van los niños piojentos, fue terrible!, si yo siempre me porte bien no merecía lo que estaba pasando, tenia buenas notas, mi único problema era la conducta, yo no podía entender el asunto económico, no me sentía bien, sentía que todo se desmoronaba, que ahora iba a ser piojento y mal oliente.
Llego ese odiado día de entrar a ese colegio que para mi era un castigo, entro y lo primero que me llama la atención es que todo es feo, no hay salas lindas, baños que no estaban limpios, pero si hasta el nombre me chocaba, liceo e-23, era terrible como llegue a un colegio con números, si hasta el año pasado le hacia burla con mis compañeros y hoy, yo soy parte de ellos. De repente me recibe el director, me saluda y me dice: “Bienvenido Joaquin, espero que le guste su nuevo colegio”, fue en ese momento donde me dieron ganas de decirle: “¿me habla en serio o se quiere reír de mi?; gustarme este colegio, NUNCA”, pero me lo guarde, mi mamá tratando de bajar el perfil, pero a mi no me hacia reír ni un sindicato de tonis.
Momento de entrar a la sala enfrentar a mis futuros compañeros, cada cual en su mundo, solo miraban al nuevo, yo ahí mirando que cada una de las personas ahí presentes hasta les sentía un mal olor, no lo podía creer, miraba la sala, focos colgando, vidrios rotos, bancos rallados, algo que yo no podía creer. Me siento al lado de Pedro, se reía de mi por como hablaba, se dedicaron a no hablarme y a hacerme el paso por el liceo terrible, hasta lo que mas se pudiera. Después conocí a Jorge un gran amigo, hasta el día de hoy, y ahí comencé a conocer este mundo que para mi era totalmente nuevo.
Mientras escribo esta historia me doy cuenta de lo equivocado que estaba, si hasta me da vergüenza lo que alguna vez pasó por mi mente y me da lata pensar que todavía existe gente que piensa de esta forma, ojala algún día todos cambien esa visión porque no saben lo equivocados que están.
Pasó el tiempo y empecé a cambiar mi visión de lo que para mi alguna vez fue terrible, todo cambio, esas personas que alguna vez juzgue ahora eran parte de mi vida, y creo que ha sido lo mejor que me ha pasado, romper esa burbuja en la que estaba acostumbrado a vivir, esa burbuja que me hacia juzgar a personas que nunca merecieron ser juzgadas, sin duda a lo mejor en algún momento vivíamos cosas diferentes, pero hoy éramos iguales, y no solo hoy sierpe fuimos iguales, lo único que nos separaba eran unos pocos billetes, lo cual, para la sociedad es razón suficiente para dividir.
A los dos años, cuando iba en segundo medio, mi mamá se acerco y me dijo que me cambiaba de colegio, y volvía al mismo colegio en el que estaba antes de llegar a mi liceo, y fue ahí donde yo le dije que era feliz donde estaba que no quería volver donde estaba. Hoy a días de dejar el liceo me doy cuenta de que lamentablemente la sociedad nos tiene inverso en un mundo en donde no todos tenemos las mismas posibilidades, pero eso no nos hace diferentes, hoy doy gracias a todo los que alguna vez me ayudaron a salir adelante, a aprender que nos falta mucho por mejorar, ya que todavía hay muchos niños que están estudiando en condiciones muy difíciles, y lo otro preocupante es que todavía hay gente que juzga a los colegios municipales, sin ni siquiera saber la realidad que hay detrás de un colegio que tiene “un nombre con números”.
Hoy me levanto nuevamente me voy al colegio, nuevamente con mucho sueño, sigo mirando a mi alrededor, llegan los niños al colegio como todos los días, yo con ganas de llegar a mi liceo, pero ahora mi angustia es otra, veo mi liceo por cada rincón y me doy cuenta que ya llevo cinco años aquí mismo y todo sigue igual como el primer día que llegue, vidrios rotos, baños malos, etc. A mi solo me queda dar gracias a mi liceo por entregarme todas las herramientas necesarias para salir adelante, ahora con mi mochila llena de sueños estoy apunto de entrar a la vida adulta y voy a poder luchar de manera directa con este monstruo llamado sociedad, y poder algún día llegar a mi liceo y ver que ahora si los niños estudian de una forma mas digna, que entran a su colegio y se sientan orgullosos de pertenecer al liceo e-23.
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