martes, 22 de abril de 2008

¿Un lunes entretenido en el colegio?

El día lunes daba inicio, ya era casi fin del primer semestre y en el colegio comenzaban las terribles pruebas coeficiente dos. Los profesores, que en un principio se mostraron alegres y comprensivos ahora mostraban su otra faceta y eran peores que una enfermedad. Dieron las ocho y el timbre anunciaba el inicio de las clases. La marcha fúnebre de los alumnos dio comienzo, uno a uno entraban a sus respectivos calabozos a esperar que el sepulturero llegara a torturarlos. Al momento en que la profesora entró a la sala todos se colocaron de pie y esperaron que ella saludara. Era la temible profesora de Matemáticas, acostumbraba a revisar el piso, el uniforme, la corbata, anillos, pulseras, chicles, entre otros; cualquier cosa que no formara parte del aprendizaje se guardaba antes de que ella entrara, de lo contrario corrían el riesgo de no verlo más.

Pero esta vez ella no venía sola, el profesor jefe entró a la sala de clases con la cara más seria que le habían visto en cuatro años, y eso que jamás reía.

-jóvenes-comenzó-el viernes recibí una queja muy fea sobre ustedes, ¿Cómo es posible que, estando presente el profesor, hagan un desorden tan grande como para que un libro haya caído a la calle y golpeado a un transeúnte?

Todos guardaron silencio; era cierto, el viernes, en uno de los tantos juegos, un libro de lectura había caído a la calle. Como de costumbre nadie habló, todos se miraron, una que otra risa; había sido chistosa la escena, pero ahora el futuro se veía negro.

-pues entonces-dijo el profesor-hasta que alguien hable el paseo de fin de año queda suspendido.

Él salió, todos se miraron. La profesora dio los buenos días y pidió asiento. El resto de la mañana pasó lenta y gris.

-no es justo-dijo Vicky una vez salido a recreo-por culpa de los chiquillos vamos a perder todos.

-aun falta para el paseo-dijo Elisa-tal vez uno dice quien fue.

-podrías ser tú-dijo Helena mirando a Vicky-si tan enojada estas…

Vicky se quedó en silencio, parecía pensar. Miraba para todos lados como si temiera que alguien escuchara lo que estaba pasando, al cabo de un rato dijo:

-mejor no, no quiero quedar de sapa para el resto del año.

A la segunda hora el 4º B tenía prueba de ingles con el profesor más despistado y ridículo que habían tenido en todos los años de colegio. Lo habían apodado “tutu-tutu” y todos tenían por sentado que el titulo de profesor se lo había ganado en un Bingo. Se perdía dentro del colegio, todos los alumnos lo pasaban a llevar, inclusive los tímidos de 1º medio. Llegó a la sala, saludó, repartió las pruebas y comenzó lo entretenido. Todo el mundo se copiaba sin escrúpulos, el libro de ingles bajó el banco, los torpedos tras la prueba, etc. Tomás se levantó con la excusa de ir a botar un papel a la basura y le preguntó toda la prueba a un compañero que estaba adelante. En esa prueba la mayoría tuvo buenas notas y, casualmente, las respuestas eran muy parecidas.

Después de almuerzo, la última clase de ese día lunes, era Física. El profesor por poco y no entra corriendo a la sala. Era el profesor Ritalín, algo acelerado e hiperactivo. La materia la pasaba rápido para ponerse a conversar con el curso y tirar tallas que se suponían eran graciosas. Todas las mujeres del curso tenían que hacer una presentación para Educación Física y se quedaron abajo ensayando a pesar que en el recreo se había acercado un grupo a pedirle permiso y les dijo que no. El grupo que había ido era el de las más tranquilas del curso y que nunca participaban en sus juegos y bromas.

-ahora me hablan-dijo el profesor-y cuando las molesto en clase ni me pescan.

-nosotras no vamos a reírnos de sus chistes-contestó Andrea-estamos en clase y usted no pasa materia y se pone a conversar.

-puta que son simpáticas-respondió-por tontas no les doy permiso.

Mandó a llamar a todas y las obligó a subir a la sala. Allí les dijo que se quedaran a recibir las pruebas y después podrían salir a ensayar. Cuando Helena fue a buscar su prueba la retiró sin mirarla, la arrugó y se sentó en su puesto.

-si están con esa actitud conmigo no les voy a dar permiso-dijo él.

Helena se levantó del puesto golpeando la mesa y le gritó:

-¡ahora nos pide que seamos simpáticas cuando usted nos trató de putas en el recreo! Para la otra trátenos bien y nosotras haremos lo mismo.- y se sentó.

El profesor se quedó en silencio, era cierto, no podía reclamar. El curso exclamó un ¡oooohhh!, y luego ¡uuuhhhh!, después todos aplaudieron, por fin alguien le había demostrado a ese profesor que no era simpático y que se aprovechaba de su posición.

El día escolar terminó pronto y las amigas se fueron comentando que era la primera vez que el día lunes era tan movido.

No hay comentarios: