La fiesta ya empezaba, los pañuelos comenzaban a elevarse y las cuecas sonaban como el eje principal para dar inicio a las primeras competencias que se efectuaban como preparativos para las Fiestas Patrias y , a la vez, como puntaje inicial al futuro aniversario que se realizaba en Octubre del mismo año en el Centro Educacional Santa Lourdes por lo que todos los presentes estaban atentos, captando a cada pareja de baile que representaban a las dos alianzas, la de los terceros y cuartos medios; pero lamentablemente un grupo de alumnos de uno de los terceros medios que había en el establecimiento, tuvieron la ocurrencia de violar todas las normas e ingresaron a una sala de clases de un segundo medio y hurtaron toda clase de objetos a las víctimas de aquel salón, los cuales estaban en el auge de la fiesta, junto a todo el alumnado.
Esta noticia de hurto se enteró el resto del colegio a la semana siguiente de clases (por ser feriado los días de Fiestas Patrias), en donde, sin duda alguna los objetos robados ya habrían desaparecido o vendido por los ladrones estudiantes incógnitos del colegio. A esto, sin saber específicamente quienes fueron, el director del colegio, Samuel Ibáñez, culpó a los alumnos de los cuartos medios, por querer causar revuelos en su último año de colegiatura como acto de rebeldía, sin alguna evidencia al caso; además de anunciar que por el momento todas las actividades masivas del colegio se suspenderían hasta encontrar a los culpables, por lo que no habría aniversario, despedida de cuartos medios, veladas, licenciaturas, etc., sin duda los más perjudicados serían los cuartos medios.
Pasaron los días y las investigaciones no daban con los ladrones, pero existían muchas versiones y especulaciones de quienes habrían sido, pero nada con certeza alguna, debido a esto el director no quería creer a las especulaciones que decían que estaba el hijo de uno de los funcionarios del establecimiento, específicamente era el hijo del psicólogo del establecimiento, además de que tampoco quería escuchar las peticiones, ni leer las cartas de los representantes de los cuartos medios para solicitar que se reanudaran todas las actividades que comprometían al colegio y más aún, a los últimos momentos que estos alumnos que muy pronto egresarían.
Algunos de los alumnos de un cuarto medio, al ver que sus celebraciones se les iba de las manos y de la injusticia de no poder hacer nada, se osaron a entrar por la noche al establecimiento, despistando al nochero, y tomaron la campana símbolo, el estandarte, y rayaron las canchas y los vidrios de todo el colegio, como emblema de que no se dejarían pasar a llevar y que sus fiestas eran muy importantes para ellos. Ante esto, por la mañana el director anonadado al ver los hechos acontecidos en su colegio, creía que todo se le iba de las manos, y con más fuerzas creyó que eran las de cuarto medio los que habían entrado a robar en Fiestas Patrias, ya que a él le llegó un anónimos delatando quienes fueron los que entraron la noche anterior a invadir el lugar.
El ambiente en el colegio estaba tenso, los profesores no hablaban del tema, las reuniones de docentes eran aún más frecuentes, y las luces del aniversario se apagaban con más frecuencia. Pero como siempre aparece algo bueno entre lo malo, ocurrió que las dos profesoras jefes de los respectivos cuartos se jugaron por sus cursos, por su despedida y licenciatura, a lo que esto el director respondió satisfactoriamente, entregando a los cuartos medios una gran noticia y un gran alivio, su despedida y licenciatura de efectuarían, pero la suspensión del aniversario seguí en pie.
En el paso de los días aún no se sabía de los ladrones del 18 de Septiembre, pero los estudiantes de cuarto medio que ingresaron una noche al colegio se delataron, relatando todo lo que habían hecho, el porqué lo hicieron y agregando que ellos no fueron los culpables del primer robo que ocurrió en el colegio. El directo al saber esto, expulsó a todo el grupo permitiéndoles solamente el acto de despedida que les realiza el colegio, como gratitud al haberse delatado, no así entregarles como regalo la ceremonia de licenciatura.
El mes de Octubre pasó y el aniversario no se efectuó, ni se efectuaría en cinco años más, sentenció el señor Ibáñez como castigo al colegio y a los ladrones que no se presentaron ante él, ni siquiera anónimamente. Por ende los cuartos fueron los más perjudicados por no celebrar su último aniversario, las fiestas y todo lo que concierne a las respectivas despedidas y momentos finales de los próximos egresados. Ante esto, la arriesgada profesora Fernanda Cabrera, que era una de las docentes jefes de un cuarto medio, veía la poca actitud y la errónea toma de decisiones que efectuaba el director, encarándolo y transmitiendo a los alumnos el emblema de justicia de oportunidades y de derechos del alumnado, debido a esto la profesora le costó su trabajo que no se integró el año siguiente, por la poca ética que tuvo según don Samuel.
El año pasó, los cuartos medios se licenciaron sin la compañía de los alumnos expulsados y con un leve ambiente de pena, desánimo, nostalgia e injusticia por lo ocurrido y por todo lo que lucharon por hacer las cosas bien por ellos, por sus compañeros y por todo el colegio; pero las cosas no ocurrieron como planearon. Al año siguiente acontecieron hechos que nadie se esperaba (los cuartos medios ya no estaban), ya que a un grupo de alumnos que iban en tercero medio cuando ocurrió el robo, se les canceló la matrícula en aquel centro educacional, y ahí se dieron cuenta que el director tenía conocimiento absoluto de los ladrones y no hizo nada contra ellos en el momento que era necesario, sino que ejerció cargos al año siguiente; además dio la excusa que ese año, 2007, sí habría aniversario por el hecho de que su nieta cursaba el último año de colegiatura antes de egresar de la enseñanza media. Es algo inaudito e inexplicable para los alumnos que egresaron el año anterior, para los apoderados, la profesora despedida, los compañeros expulsados y para todos quienes conocieron esta historia.
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