martes, 22 de abril de 2008

La profesora nunca jugo fútbol en su vida?

Ocurrió en una tarde de verano, bajo todo el sol se enfrentaban dos cursos en la disputa de un valón de plástico. El juego estaba muy entretenido, ya que hasta donde me acuerdo íbamos ganando el encuentro gracias al golazo del negro Daniel, Cafu para los amigos.

El patio era todo bullicio y diversión, cada niño que existía en ese ambiente escolar hacia lo que le placía, que por lo general no era nada relacionado con el estudio.

Algunos jugaban a las escondidas otros al pillarse o a la pinta, pero nada superaba el jugo de hombres por excelencia, donde la elite de los más bacanes se veía las caras para ser el mejor, que no era otro que el que hacia más goles, que por el momento estaba ganando nuestro buen amigo Cafu. Pero ocurrió lo inesperado, justo cuando estaba por espirar el tiempo del encuentro y los íbamos a quedar con la victoria, un desajuste de nuestro portero que era el flaco Pablo Leiva, amigo Mac o Eté para los más cercanos, significo el empate tras cabezazo del guatón del otro curso, que no me acuerdo ni su nombre ni su apodo.

Bueno el encuentro estaba empatado y ninguno de los jugadores quería quedarse con el empate. El asunto que el auxiliar llamado o apodado Espejito, nuca lo supe con exactitud, miro su campana y dio fin al tiempo reglamentario. La verdad de todo es que nadie hizo caso de las campanadas y siguió el encuentro.

Todo iba viento en popa, nos estábamos acercando al gol de la victoria. Justo cuando estaba apunto de anotar ocurre lo increíble de esta historia. Se escucha un tremendo grito pidiendo en el acto el balón de plástico, que por entonces estaba en mis pies. Todo quedo en silencio, el juego se detuvo completamente. Al parecer el grito no afecto solamente el desarrollo del fútbol, ya que toda la atención del patio estaba fijada en la profesora antideportiva y yo, que por desgracia tenía el famoso balón entre mis piernas.

Fue entonces cuando me pidió el balón. Yo la pensé un buen rato, no era fácil conseguir otro y más pensando que quedaba otro recreo. La profesora insistió con otro grito aterrador, que le era muy común, y sin nada más que hacer decidí pasárselo con el mejor de los pases, que fue a caer justo en sus pies. Mala decisión, con esto ardió Troya, jamás pensé que la profesora lo tomaría como una ofensa. Roja de rabia se agacho para tomar el balón solo con la intención de arrojármelo en la cara, afortunadamente me agache a tiempo.

Nunca pude entender por que tanta rabia, esto me costo una citación al apoderado, una anotación en la hoja de vida y dos días suspensión en donde medite lo que hice pero no encontré razones de tanto alboroto.

Nota: Después la profesora salio madre del año en un antiguo programa de televisión que pasaba el mega y auspiciaba carozzi. En conclusión ese no era mi día.

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