martes, 22 de abril de 2008

Mi cole: historias de profesores y alumnos eternos

En el colegio al que iba, solían ocurrir cosas muy inesperadas y especiales de las que eran por lo general representadas por los profesores. Contaría mil cosas, pero solo relataré las que más llegaron hacia mi persona.

Recordaré siempre cuando el “Tuerca” y el “Narigón”, llegaron volados a la clase, su estado era infernal, su apariencia no era del todo la mejor, todos pero todos los que estábamos en la sala nos percatamos de eso…y… ¡¿qué haría el profesor?! , “!!uhhh se tiraron¡”, “¡¡los van a rajar!!”, o cualquier otro comentario de futura fatalidad para los implicados. Pero, ¿qué fue lo que sucedió? Algo totalmente inesperado que dejó a todos con la boca abierta, la profesora “Palo de rosa” decidió acercárseles y retarlos pero no como una autoridad contra sus vasallos, sino que como una madre a sus hijos. La Palo de rosa, debido a esa intervención osada, se echó a toda la rectoría encima, ya que como es sabido en todo colegio “todo” se termina sabiendo, conllevando a una serie de reuniones y apelaciones que se dirigían en su contra, pero como nosotros y la Palo de rosa éramos y seremos, una familia, por lo que nosotros la defendimos y adjudicamos a su amor por la pedagogía, ya que un acto de una profesora de tal calibre, siempre será corregido con una represalia y un castigo que ¡ni se cuentan!. Lo que hizo esa profesora por nosotros es algo que a mi pensar repercutió en todos los alumnos de nuestra clase, ella con eso que hizo fue forjando una relación estrecha entre nosotros y la señorita. Luego de ese suceso, por que por cierto salió impune, se siguió gestando este ambiente de madre e hijos, algunos incluso la querían más que a sus mamás…no, exagero, pero sin duda que su mentalidad era positiva y emprendedora, ya que nuestro comportamiento mejoró, y cada vez íbamos entendiendo más lo que es respetar al otro, y ponerse en su lugar.

Otra de las anécdotas, ha sido la que nos pasaba con el “Milico”, era un viejo re re re cul…culturalmente sabio (para no decir otra cosa). Era profesor de matemáticas, y ¡ohhhh¡ ese viejo si que es único, la viva rencarnación de Hitler, el mejor amigo del diablo. Ahora eso si me rió y lo recuerdo con gracia, como cuando por ejemplo estaba en sus clases normales con nosotros, y de pronto, para de escribir sobre la pizarra, tomando una postura de inmovilidad y recuerdo de algo, “¡Gutember!...!chucha, se me olvido retarlo¡ ese gueón estaba güeando en clases” y salía de la sala e iba al curso en donde se encontraba Gutember, solamente para retarlo; bien raro ese caballero, a todos nos daba susto, ni las dudas se las preguntábamos pero si que nos ayudo, su forma estricta opacaba su “esquizofrenia o locura, no se como llamarle a su peculiar forma de ser”, y pucha que lo recordamos, obvio que mis compañeros más interesados por las matemáticas le sacaron el jugo, “¡200 ejercicios para mañana!”. Increíble, pero esa era su forma para hacernos hombres responsables, el darnos 10 minutos para las pruebas que eran de 10 ejercicios matemáticos, o sea ¡1 por minuto!, era lo que agradecen los matemáticos de mi clase ya que les fue excelente en la PSU, pero en cuanto a mi…mejor no hablar.

El profe “El loco” era otro personaje, el “Show del Loco”, Cosas como que nos ponía un “1” en revisión de cuadernos solo, por que era fanático del Colo-colo y típico que uno tenia un cuaderno de la “U”, su archirival. O que de pronto en pose reflexiva nos miraba y nos decía “no sé por qué soy tan perfecto”. Pero sus consejos siempre eran certeros y su impetuosidad en la sala nos inspiraba el ser perfectos jaja, noooo pero si que nos inspiraba para hacer bien las cosas.

En sí el colegio me abrió los ojos y ver la realidad, la a veces cruda y sin sentida realidad, como en otras la fabulosa aventura que teníamos a nuestro alcance, uno de los profesores que me llevó a otro mundo y me inspiró y a ser profesor de Lenguaje fue “El Mago”, ya que siempre en vez de hacernos clases de lenguaje y los libros, nos daba cátedras de la mágica vida, de lo hermoso de la literatura y la belleza sin razón del mundo. Siempre dándonos recursos para subsistir, aunque a veces no le creyésemos mucho, por eso el apodo de Mago, no sabíamos de donde sacaba tanta historia, y además cómo todas le podían pasar a él, un misterio sin resolver.

Mis compañeros y en si la gente que conocí en el Cole, me mostraron realidades que ni imaginaba. Compañeros ultra solidarios que siempre estaban dando colación, como también otros súper amarretes, o personajes totalmente de libros,… “locos los locos esos”. Nos defendíamos entre nosotros, nos ayudábamos en todo momento, éramos el “bro”, el “gato” y yo, el “pichi” (no pichí,), “el trío inseparable”. Estudiábamos juntos, nos copiábamos, hay que decirlo pero hasta cierto límite que incluso nos retábamos por que al final no aprendíamos nada, pero nos alcanzábamos a poner las pilas en todos los ramos.

Fueron muchas más las historias que viví en el cole, buenas y malas, pero a final de cuentas si me lleve un gran valor conmigo, fue en ese lugar, en el colegio “El Antro”, en donde conocí a la famosa ética.

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