jueves, 24 de abril de 2008

Si lo encuentro alguna vez, puedo mirarlo sin problemas

Cada alumno tiene su historia y yo no soy la excepción a esto. Para mí, la mejor etapa en este rol fue el colegio. No puedo negar que cuando lo deje estaba muy emocionada y feliz pero, una vez que el tiempo pasó y noté que nunca más volvería me di cuenta que los mejores años de mi vida ya habían pasado y eso, me entristeció profundamente. A pesar de lo espectacular que me resultó el colegio, no estuve ajena a conflictos y situaciones críticas en él.

Mi enseñanza media la viví en un establecimiento de Maipú, al que llegué sin ninguna expectativa. Tuve mucho miedo de vivir un cambio tan drástico como el que significa pasar de un colegio femenino a uno mixto. Sin embargo, mi perspectiva cambió una vez que entre a clases y encontré ahí, a los mejores amigos de mi vida. Ahí crecí, entendí y aprendí muchas cosas que antes me eran desconocidas. Así como reí largas horas, otras tantas me las pasé llorando y tratando de superar una depresión de la que no me fue fácil salir. Esta misma razón fue la que provocó que mi ánimo se descontrolara y me llevara a hacer muchas cosas que no quería. Pero peor que esto, fue sentir que no tuve entonces el apoyo del director de mi escuela.

La primera vez que sufrí un ataque de nervios estaba en tercero medio. Ese día martes había amanecido de mal humor, me sentía pésimo y creía que el mundo se venía abajo. El día antes me había quedado hasta más tarde tratando de aprender bien las funciones y parábolas que entraban en mi examen. Sin voluntad me levanté para ir a dar una prueba de matemáticas para la que realmente, había estudiado mucho. A pesar de todo lo insoportable que fue el periodo depresivo, mis amigos me obligaron a darme fuerzas y me incentivaron a salir adelante. Por ellos especialmente, ese día martes me levanté igual. Cuando llegué al colegio comenzó la angustia y no pude controlar las lágrimas. Me pregunté porqué había llegado a eso, porqué no podía sentirme bien como antes. A los cinco minutos entro mi profesora con las pruebas impresas en la mano. Ella me conocía bien, sabía que yo no era mala estudiante y ese tiempo trató de estar apoyándome dentro de lo posible. Me preguntó si quería dar la prueba, si me senita bien. Parece que mi cara decía lo contrario. Mis amigos me miraron y me pidieron un esfuerzo; no podía defraudarlos después de todo el apoyo que me daban. Entonces respondía que sí, que me entregara la prueba porque no me sentía mal. A los diez minutos comencé a marearme y tenía la sensación de que me iba a caer. Finalmente, eso fue lo que sucedió. Me desmayé en medio de la prueba provocando el susto de mi profesora y mis amigos. No recuerdo más hasta que desperté en la enfermería del rpimer piso junto a mi mejor amiga. Le dije que no podía más, que sólo quería borrarme por un largo tiempo.

Al día siguiente el director me citó junto a mi apoderado; le pregunto a mi madre que me sucedía y porqué había reaccionado de esa forma frente a la prueba. Ella no tenía idea, no sabía que decir y estaba confundida. Entonces yo lo miré y le dije que yo se lo podía explicar bien. Hasta ese momento no había asistido a ningún siquiatra y no tenía ninguna válida explicación más que mi propio sentimiento. El director me miró y me dijo que no me creía nada; que de seguro había actuado así para no dar la prueba y aunque la profesora le contó que hace días andaba mal, eso no le pareció suficiente. El llevaba solo un mes dirigiendo el colegio y por lo tanto, poco sabía de los alumnos. No me puse en su lugar entonces, no podía comprender que desconfiara de mí y muy alterada abandoné su oficina. Entonces me siguió y me pidió que volviera y le pidiese disculpas. Yo no quería, no tenía el mínimo deseo de pronunciar lo que no sentía. Mi mamá se puso a llorar y se acercó a mí. Le pedía que no dijera nada porque no deseaba escucharla. Entonces llegó hasta nosotros el director otra vez y me ordeno volver con él a la oficina. Entonces lo escuche pero no pronuncié palabras. Revisó mis papeles y me amenazó con quitarme la beca si seguía comportándome así. También me dijo que estaba loca, que nadie en sus cinco sentidos reaccionaba así; yo lo miré otra vez, me sentí humillada y vacía. ¡Cómo alguien se siento con el derecho de diagnosticar de loca a una alumna! Pensé que él era un cobarde, porque en ese momento mi mamá ya no estaba y no había escuchado nada. Me fui otra vez a la sala sin dejar de pensar en las palabras de ese hombre. Eso me dejo herida y aún pero de lo que ya estaba. No le comenté a nadie lo sucedido y estuve todo el día muy aislada de mis compañeros.

Me diagnosticaron una depresión ansiosa a la semana siguiente. Fui con mis papales otra vez a ver a este hombre que me insultó. Le dije que no estaba loca, solo enferma pero que me sanaría. A pesar de que creyó en mi diagnostico se rió de, según él, “tener la razón” en lo que me había dicho. Entonces si que no pude tolerarlo y le advertí que saldría adelante igual, aunque existiera gente tan poco comprensiva como él. El altercado dentro de su oficina me irritó bastante; le levanté la voz y me respondió irónicamente. Entonces entro su secretaria y suavemente me pidió que no llorara más, que si sentía que ese hombre no estaba en lo correcto se lo informara al centro de padres.

La justicia dicen, llega tarde pero llega. El director alcanzó a cumplir cuatro meses en el colegio antes de ser destituido por los constantes reclamos de apoderados y alumnos por la poca psicología que tenía para tratar a los estudiantes y por lo irresponsable que fue con uno de ellos, especialmente, al que agredió físicamente.

Reconozco que no debí haber alzado la voz esa vez para pedir respeto y comprensión, pero vivir una enfermedad como esa no es algo fácil. La gente suele no comprender que la depresión es involuntaria; no se busca, no se planea, solo aparece desencadenada por una o varias razones en nuestras vidas. No quise realmente ese día dejarme prueba y caer al suelo, no quise hacer sufrir a la gente que me quiere tanto pero tampoco pude evitar que ese martes las cosas terminaran por explotar. Y a ese hombre, que no midió sus palabras solo le deseo lo mejor; yo me superé y el tiempo me dio la razón.

Anónimo

¿Dos más dos son cuatro?

Todo comienza en esa sala de clases a esa hora en que cualquier lugar es mejor que tu banco, son las 5 de la tarde y lo único que quieres es salir apuradita del liceo para poder saborear esas sopaipillas con mostaza que como todos los días le compras a la vendedora de la esquina, pero ahí estamos, esperando la llegada de la gorda de la de matemáticas, sí esa gorda que me califico con un 2,0 en la prueba pasada, que cuando pone un pie en la sala no vuela ni una mosca, ni siquiera te atreves a preguntar pues temes a su mirada analizadora que todo lo equilibra en números y operaciones. Pues bien hace su llegada y con esa enorme vozarrón comienza a pasar la lista. Se para y comienza a escribir los ejercicios matemáticos en la pizarra, luego pregunta: ¿alguna voluntaria? Silencio rotundo…un resfriado que arrastraba desde hace tres días me apunto como voluntaria cunado como comencé a toser…

-Gallegos, tal vez usted quiera hacer el ejercicio. Le respondí que no sabia y me dijo-no importa ahora aprenderás. Definitivamente no sabia como hacerlo, sus palabras entraban a mis oídos sordos y no podía interpretar los mensajes que de que emitía esa abultada boca, fue entonces cuando ella perdió la paciencia y dijo: ve a sentarte, si no sabes resolver un ejercicio tan simple jamás llegaras a la universidad. Y ustedes tampoco. Para la próxima semana haré una prueba en la cual tendrán solo dos posibilidades sacarse un 4 o un 7, será solo una pregunta, está de mas decir que deben estudiar.

Comenzó mi calvario matemático, estudie y ejercite durante los siguientes 5 días para preparar mi prueba, debía reivindicar mi imagen ante la gorda y mis compañeras, había quedado como una completa ignorante y eso me bajaba el animo y el autoestima.

Llegó el día del examen y junto a el yo y mis preparados conocimientos para el examen, ni siquiera había podido dormir bien durante esa noche y durante el día no deje de formular supuestos ejercicios en mi cabeza, ya eran las 5 de la tarde y mi profesora como era de costumbre aun no llegaba. Mis compañeras comenzaron a practicar y a comentar lo sucedido en la clase anterior hasta que de pronto la gorda profesora entra en la sala y deja en el banco su enorme cartera llena de chucherías típicas de una anciana ociosa.

-¿quien será la primera? Pregunta.

No se porque sentí que todas mis compañeras reobservaban pero lo corroboré cuando la vaca me apunto y dijo: ¿nuevamente usted gallegos? Por favor, pase, lo haremos rápido.

Con dificultad me desembarace de mi bolso y me dirigí hacia su banco tome asiento y puse mis manos sobre su mesa dispuesta a responder la pregunta que tanto había esperado. Ella me miro desafiante y por fin hablo:

Y qué? Lo logré pude resolver el ejercicio anote mi nombre y la pregunta en un papel, luego anoto mi calificación encerrando aquel siete en un circulo en lugar del nunca querido 4 y me dijo será la próxima semana cuando traspase las notas al libro de clases pues por ahora no tengo el libro. Que pase la siguiente voluntaria.

Que felicidad me había librado de la prueba, había salido airosa del problema y la próxima semana habría reunión de apoderados para examinar las notas parciales.

Una semana después llego en casa, recibo a mi madre que viene llegando de la reunión con mi profesora y me muestra el papel de las notas parciales, quise darle una ojeada casi por inercia al documento y es aquí cundo me encuentro con ese cuadro rellenado por un cuatro en lugar del 7 que por tantote esforcé, ardía en ira, pero me contuve sabía que tendría la oportunidad de arreglar el mal entendido con la gorda al día siguiente.

Viernes por la mañana me dirigí a primera hora a su oficina, me hace pasar y muy calmadamente le explico el problema, pero ella se altero y me dijo que no podía solucionarlo enseguida que ella estaba muy ocupada para solucionar algo que carecía de importancia, que lo veríamos durante la semana. Me entristeció mucho, pero espere hasta su clase. Y cuando se presento la ocasión insistí sin conseguir por parte de la gorda alguna solución. Ella me dijo que si no tenia pruebas de mi calificación yo no podía hacer nada, que la manera en como yo l había abordado era una falta de respeto a su tiempo y que esto sería una lección. No quiso revisar sus documentos y me quede con ese injusto 4.

martes, 22 de abril de 2008

Ultimo día nadie se enoja:

Ultimo día de clases, en el colegio de toda mi vida. Primero llegamos a este último día de clases que ya no eran clases, pero que de todas formas se deseaba ir. No se si por estar en el colegio, o por el carrete que se armaría después. El cuarto medio se encontraba todo afuera de la sala, viendo quien llegaba al colegio para poder darle jugo, lo que principalmente era tirarle una bombita de agua o molestarlo. Este juego se salio de las manos cuando unos compañero intentaron mojar al profesor jefe, el guatón Fernández, este era el típico chico guatón de todos los colegio, mas odioso que perro con tiña. Al que obviamente le llego una bombita de agua y termino todo mojado, el guatón se enojo poco y le dijo al que había cometido esta fechoría, que quedaba suspendido de las actividades que aun quedaban, llámese fiesta de graduación y graduación propiamente tal. ¿Que? pensamos todos, como tan mamón el guatón y picao de suspenderlo de todo por una bombita, y el último día de clases, que onda que se cree si nos atormento durante catorce años de vida escolar. Todo el curso empezó a molestarlo y decirle que no podía enojarse por tales acontecimientos, obviamente término por recapacitar y darse cuenta que lo que había hecho era demasiado de pendejo para él.

Pero esto no era todo lo que deparaba el ultimo día de clases, obviamente era el día en que ya nadie nos detendría, debíamos vengarnos de el peor compañero de todos, la vieja, el ser más detestable de todos, unas especie de señor Burns pero sin el poder monetario del burgués. Este ser, se había salvado de las bombitas, ya que se escondió en la oficina del guatón Fernández, si se escondió, detrás de el como una vil niña. pero quedaba una técnica milenaria para estos personajes de las alcantarillas, entre todos lo tomamos y lo llevamos en procesión hasta las duchas, donde lo metieron y la prenderían, jajaj termino siendo el mas mojado con zapatos y todo

La venganza de los cuadernos

Todo empezó en primero medio, cuando en un consejo de curso, hablábamos sobre la posibilidad de ir de gira de estudios, y nuestra profesora jefe propuso la genial idea de ir a Brasil. Entonces trabajamos mucho, con una comisión de aproximadamente 10 personas para juntar la plata para ir al viaje, porque dentro de este grupo, entendíamos que no podríamos ir si no nos esforzábamos por juntar el dinero. Vendíamos papas fritas y queques en las reuniones, y dulces en los recreos. Cuando habíamos llegado a tercero medio ya habíamos reunido una cantidad considerable, y llegó el momento de conversar sobre cómo lo íbamos a hacer para la gira, se hizo entonces la pregunta de cuál sería nuestro lugar de destino, y las compañeras con más plata se acordaron de la propuesta de la profesora y dijeron querer ir a Brasil, sin embargo, había que costear individualmente un pasaje y estadía que significaba casi medio millón de pesos. Como nosotras no podíamos pagar esa cantidad de dinero, propusimos la idea de ir a otro lugar que fuese menos caro, y nadie dio su brazo a torcer. Y nació así la rivalidad entre ambos bandos. Finalmente, las chiquillas que tenían más plata fueron a Brasil en enero, y nosotras, más unos compañeros que en total sumábamos aproximadamente 20 personas, fuimos a La Serena, en diciembre.

Al llegar a cuarto medio, la rivalidad se había hecho muchísimo más evidente, las compañeritas mala onda, exhibían los chiches comprados en Brasil, entre ellos, unos lindos cuadernos del país carioca. Tanto fue la arrogancia que un día, una de mis amigas decidió hacer algo para vengarse, entonces bosquejamos nuestro plan. Como salíamos a las una y media, decidimos volver a las tres de la tarde para asaltar uno de los casilleros y acabar con los maravillosos cuadernitos, recogimos unas piedras de la plaza para romper el candado, y nos fuimos a comer unos completos para no hacer tan ardua la espera. Cuando ya fue la hora indicada, volvimos al colegio y realizamos nuestro plan, con suerte incluso, porque no tuvimos que hacer uso de las piedras, porque el candado de la desdichada estaba abierto. Una vez que el cuaderno estuvo destruido, nos fuimos felices cada una a su casa. La venganza fue dulce, no nos pillaron, e incluso se hizo una práctica recurrente el asalto a los casilleros del enemigo, ahora sacábamos libros y cuadernos antes de las pruebas, y gozábamos con el sufrimiento de las pobres chiquillas a las que ya no les quedaba nada del bronceado… era muy entretenido. Hasta que las sospechas se hicieron muy grandes, y ellas estaban seguras de que éramos nosotras las culpables de las pérdidas, tanto así que hablaron con la coordinadora del colegio, que para su desgracia era muy amiga mía… Un día me sacó de clases y me preguntó si es que había sido yo y mi grupo quienes tanto mal habían hecho a las pobres chiquillas platudas, y apeló a nuestra amistad y confianza, sin embargo yo dije: “mis amigas primero, el pacto era callar hasta la muerte”. Negué todo y llegué a contarles a mis amigas que no las había delatado y que todo estaba bien, y decidimos terminar con nuestra larga venganza que duró más ocho meses, salimos invictas, y aún nos queda el dulce sabor.

Las señales de la vida

Aun lo recuerdo. Son esas cosas que te cambian la vida. Suele verse que nuestros caminos se vean interrumpidos en algún momento de la vida por esos sucesos, que en fondo no son más que señales que te manda Dios.

Estaba en segundo de Enseñanza Media. Tenía experiencia en psicoanalizar a los profesores, incluso antes que dijeran una palabra. Observaba sus gestos, sus movimientos, sus miradas, solo para saber con que disposición abordaba el ramo.

Por lo general, mi círculo de compañeros tenían comportamientos conflictivos. Los profesores eran su presa perfecta. Su psicoanálisis tenía otro fin…, buscar su punto débil para eliminarlo. Les encantaba ver que al otro día los profesores no llegaban, era una fascinación por perder clases y quedarnos en el patio sin nada mas que hablar.

Las clases de matemáticas, lenguaje, etc., no eran más que un festín acompañado por música y griteríos. Eran mis compañeros, aun los quiero.

Ese día llegaría la nueva profesora de Historia, - pobrecita, sabía que se iría al día siguiente, pero bueno, eran así.

Entró por la puerta de la sala, muy temprano, todos los ojos se centraban en la nueva presa. Tenía un aspecto hippie, con muchos accesorios y sus manos cansadas de sostener tantos libros. Pero llegó, y al girar hacia nosotros, mostró una mirada tan dulce que ni un león podría haberle hecho daño.

Luego de la llegada de “la profe”, como le llamábamos, todo cambió en nuestra aula, siendo los cambios conductuales los más importantes.

Cuando llegaba todos se les acercaban, pues siempre tenía una palabra para cada uno. Su escritorio se llenaba de mis compañeros. En el fondo siempre supo que lo único que necesitábamos era atención y cariño. Se comportó como una madre con nosotros.

Al llegar al Centro de Alumnos, la pedí como profesora asesora, pues, era muy sabia y una gran consejera. Nos hicimos muy amigas.

Un día, al comienzo del año, me contó que hace un mes estuvo a punto de morir, y que lo único que la aferró a la vida, era su hija y el amor por la docencia. Me contó que para ella, cada uno de nosotros era parte de su familia, quizás como sus hijos. Ella padecía de un cáncer mamario, que con el tiempo y luego de estar a punto de morir, lo expulso de su cuerpo. Lo expulsó por amor a la vida, a su hija y a su profesión.

Hoy todos la recuerdan, y coinciden conmigo en decir que nos cambió la vida. Mis compañeros no son los delincuentes que pensaron un día. Son hombres de trabajo y esfuerzo, pues, ella se los enseñó.

Hoy, quiero ser profesora, y la recuerdo…

La profesora nunca jugo fútbol en su vida?

Ocurrió en una tarde de verano, bajo todo el sol se enfrentaban dos cursos en la disputa de un valón de plástico. El juego estaba muy entretenido, ya que hasta donde me acuerdo íbamos ganando el encuentro gracias al golazo del negro Daniel, Cafu para los amigos.

El patio era todo bullicio y diversión, cada niño que existía en ese ambiente escolar hacia lo que le placía, que por lo general no era nada relacionado con el estudio.

Algunos jugaban a las escondidas otros al pillarse o a la pinta, pero nada superaba el jugo de hombres por excelencia, donde la elite de los más bacanes se veía las caras para ser el mejor, que no era otro que el que hacia más goles, que por el momento estaba ganando nuestro buen amigo Cafu. Pero ocurrió lo inesperado, justo cuando estaba por espirar el tiempo del encuentro y los íbamos a quedar con la victoria, un desajuste de nuestro portero que era el flaco Pablo Leiva, amigo Mac o Eté para los más cercanos, significo el empate tras cabezazo del guatón del otro curso, que no me acuerdo ni su nombre ni su apodo.

Bueno el encuentro estaba empatado y ninguno de los jugadores quería quedarse con el empate. El asunto que el auxiliar llamado o apodado Espejito, nuca lo supe con exactitud, miro su campana y dio fin al tiempo reglamentario. La verdad de todo es que nadie hizo caso de las campanadas y siguió el encuentro.

Todo iba viento en popa, nos estábamos acercando al gol de la victoria. Justo cuando estaba apunto de anotar ocurre lo increíble de esta historia. Se escucha un tremendo grito pidiendo en el acto el balón de plástico, que por entonces estaba en mis pies. Todo quedo en silencio, el juego se detuvo completamente. Al parecer el grito no afecto solamente el desarrollo del fútbol, ya que toda la atención del patio estaba fijada en la profesora antideportiva y yo, que por desgracia tenía el famoso balón entre mis piernas.

Fue entonces cuando me pidió el balón. Yo la pensé un buen rato, no era fácil conseguir otro y más pensando que quedaba otro recreo. La profesora insistió con otro grito aterrador, que le era muy común, y sin nada más que hacer decidí pasárselo con el mejor de los pases, que fue a caer justo en sus pies. Mala decisión, con esto ardió Troya, jamás pensé que la profesora lo tomaría como una ofensa. Roja de rabia se agacho para tomar el balón solo con la intención de arrojármelo en la cara, afortunadamente me agache a tiempo.

Nunca pude entender por que tanta rabia, esto me costo una citación al apoderado, una anotación en la hoja de vida y dos días suspensión en donde medite lo que hice pero no encontré razones de tanto alboroto.

Nota: Después la profesora salio madre del año en un antiguo programa de televisión que pasaba el mega y auspiciaba carozzi. En conclusión ese no era mi día.

El profe de física

Cursando, el 2º año Medio en el colegio Newton llegó al inicio del año escolar un profesor de ciencias al curso de secretariado, muy simpático, aunque su materia era un poco dura para un curso de señoritas, futuras secretarias.

Sucedió que durante las clases de física, el profesor Isaac aparte de de la materia también relataba anécdotas de su vida amorosa personal. Por ejemplo, recuerdo un día que nos contó su aventura con una mujer que había conocido en el metro el fin de semana anterior a la clase, describiendo a dicha mujer como cualquier hombre lo haría… “le di mi teléfono, la invité a salir…” ¿Qué tenía que ver esto con la clase de ciencias?

Otro día recuerdo nos narró un chiste obsceno, que incluso lo hizo representar a mi compañera la “Tuto”. Esta situación causó risa en un primer momento, pero luego analizando los hechos muchas de mis compañeras consideraron inapropiada la conducta del docente. Un grupito menor de mi curso defendía al profe, en ellas, se encontraba mi amiga, la Juany ; su posición era ingenua, no tenía ningún juicio sobre él.

La situación se vio tensada cuando la orientadora llegó a la sala y preguntó por el comportamiento del profe. Esta notó la división en nuestro curso sobre la opinión sobre él. Y comenzó a cuestionarnos: “¿Es normal que un profesor cuente sus aventuras en una sala de clases a señoritas de 15 años?... (las respuestas fueron obvias en el curso y en algunas mentes el discernimiento vino a posarse en sus cabecitas) ¿Está bien que el docente cuente chiste en doble sentido con garabatos incluidos?...

Y así, el grupito defensor aprendió a tener un criterio más conciente respecto de sus profesores. El colegio por su parte decidió cancelar la estancia del profe en el colegio.

El Look

De acuerdo al contexto del escrito Joven y Alumno: ¿Conflicto de identidades?, puedo configurar una experiencia o anécdota estudiantil conjugando varias situaciones mencionadas en el relato, estructura que denominé El Look.

A mediados del año 2005 me encontraba estudiando en un colegio ubicado en la comuna de Pirque. No hay muchos colegios en ésta localidad por lo que será un tanto fácil dilucidar el nombre de éste, de igual forma traté de encubrirlo para que no se identifique ningún remoto conocido que pueda ver este escrito tan personal y así no degradar el nombre del colegio, me ceñiré a las reglas establecidas. El nombre es Colegio San Bucólico.

En el año antes mencionado el uniforme y la apariencia era muy importante, significantes que para mí no tenían ninguna importancia, pues creía en la libertad del individuo tanto física como sicológica y personalmente el vestir era un rasgo que nos hace distintos y únicos ya que se relaciona directamente con nuestra forma de ser, mejor dicho nuestra personalidad, además siendo adolecente todo sentimiento de libertad e ideales se hiperboliza.

Todos los días me llamaban la atención por mi ropa de color negro o roja o mis zapatillas etc., etc. Me llevaron esa semana muchas veces a inspectora, me recordaron que el color del uniforme debía ser AZUL MARINO, (como olvidar ese color si me lo recordaba a diario). Fueron tantos los constantes asedios que finalmente llegue una mañana atrasada y con mi cabello totalmente azul, pero no era un azul eléctrico, solo era un uniformado azul marino, obviamente me detuvieron en la entrada y me cuestionaron el teñido a lo cual respondí los mismos argumentos que me dieron toda la semana sobre ese colorcito, lo paradójico fue cuando me dijeron que no podía salir del colegio con el pelo así, me pareció ridículo ya que ellas sabían mejor que nadie que la tintura no se sale con agua, además insistí en el pretexto de que mis padres no se molestaban por mi actitud y me apoyaban porque me querían por lo interior etc. Di todos los argumentos posibles pero como no dio efecto le dije al director que en vez de preocuparse por banalidades como el pelo, podía ocuparse de la intolerancia, la discriminación y las fallas académicas del colegio, me fui al patio, salte la pandereta, llegue a mi casa y me teñí el cabello de negro .

Lo mas desagradable de mi estadía en el liceo

Lo mas desagradable de mi estadía en el liceo, fue sin duda el trato hacia uno de mis compañeros.

yo jamas fui un santo en la escuela, lo reconozco me reí mucho a expensas de otros, como muchos lo hicieron también de mi; sin embargo, a Roberto Maruti mi compañero desde la básica las cosas le fueron, un poco mas pesadas. Molestado desde que tengo recuerdos de su persona por su "poco agraciado rostro" fue apodado el feo Maruti, quizás un apodo en la escuela para muchos suena algo normal, pero cuando las palabras terminan en humillación física e incluso desprecio las cosas toman un tono mas agrio.

En un principio Roberto fue una persona normal, amigos, casa, juegos de vídeo, un carácter común y corriente que no llama la atención; años mas tarde, un tipo agrio que solo reía cuando alguien era humillado al nivel que lo hacían con él. Bolas de barro en la cara, su mochila en el techo, fruta madura que le lanzaban con la simple intención de que le hiciera daño y continuas ofenzas que lo reducen a algo de menos valor que el excremento. Muchos se preguntarán ¿que gracia tiene que cuente la historia del "tonto de la clase"?. el sentir que un amigo (siempre fue mi amigo) pierde las ganas de vivir cuando tienes 17 años, solo te da la sensación en ese momento de que se volvió gótico, punk, o algún tipo de personaje estereotipado de hoy en día, pero con un par de años mas sobre el cuerpo, logras darte cuenta que una persona joven, que no aprecia la vida, aún viviéndola sin los problemas cotidianos de una persona adulta, es por que tiene un problema que llevara el resto de su vida y aunque el día de mañana no recuerde muy continuamente los malos tratos de su niñez, su carácter habrá mutado para acondicionarse frente a un daño invisible que, en más de una ocasión le traerá dificultades para su vida diaria. Es ahora cuando lo entiendo y me preocupo por lo que haré a futuro, me he preguntado ya en un par de ocasiones si seré lo suficientemente perceptivo para atacar esas problemáticas; quizás, algún día, pueda evitar ese daño a alguna persona, que personalmente pude ver como destruía a un amigo.

No tengo recuerdos de mi fiesta de gala

El año con unos buenos menos momentos de experiencia, por no decir que ahora estoy más vieja, me encontraba cursando segundo medio en el colegio Las Marías. Al igual que todas mis compañeras de esa época, mis preocupaciones eran tan simples como resolver que ropa me pondría para la fiesta del fin de semana, tratar de estar con mi pololo el más tiempo posible y en el último lugar de mis prioridades estaban las labores estudiantiles.

Fuera de esos recuerdos tan amenos que guardo de la escuela, también se encuentran otros que no son tan gratos. Pero lo cierto que hay un acontecimiento particular que difícilmente podrán ser olvidados de la retina de mis ojos.

Como olvidar a Constanza, una chica extrovertida, dueña de un gran potencial de liderazgo. Esta chica era quien peleaba por nuestros sueños y era siempre la primera en exigir nuestros derechos. Ella era el personaje protagónico de esta historia y como todo lo bueno tiene su lado malo; la antagónica de mi sala de clases resultó ser: July Acosta, la profesora que nombramos inicialmente.

La maestra, la que enseña, la que educa; no resultó ser más que una mujer contenida en sus pensamientos retrógrados y conservadores. Fue ella quien nos quito el recuerdo de nuestra fiesta de gala tal como la habíamos soñado desde muy niñas.

Para explicar la situación anterior es necesario mostrar en que aspectos nos “jodio” con nuestra noche de despedida a esa primera etapa de aprendizaje.

En los pasillos, en el recreo, en la sala; él comentario obligado era discutir e imaginar como sería nuestra fiesta de gala. Muchas, por no decir la mayoría soñábamos con ir con nuestros pololos y desligarnos sólo por una noche de nuestros padres, para así sentirnos por esa velada como niñas grandes: jajaja. Discutimos sobre cual sería el menú, los tragos, el local… en fin todo lo que puede tener una buena fiesta y sobre todo porque era NUESTRA FIESTA.

Lo que nunca predijimos fue que nuestra profesora jefe en vez de guiar nuestros alocados pensamientos en cuanto a los preparativos, nos iba a desmoronar todos nuestros sueños para en lugar de ellos armar una fiesta a su pinta, con sus deseos sin ni siquiera preguntarnos si estábamos de acuerdo o no. Incluso prohibió el trago porque según ella nosotras éramos señoritas de bien y las señoritas de bien no toman.

Resultado final, ni nuestra querida y renombrada Constanza, presidenta del curso, pudo contra esta dictadura de la profesora que más malos recuerdos me dejo. Igual fui a la fiesta, pero con suerte cene. Me devolví a mi casa con él sabor amargo de que mi profesora jefe se había robado mi noche y la de todas mis compañeras

Ética dentro de la sala de clases

Cuando todavía cursaba el segundo año de educación media , un profesor de un taller llamado aprender a pensar me llamó la atención por estar molestando a un compañero que tenia una desviación sexual, en pocas palabras era homosexual y todos lo molestaban , agravando su situación era el liceo Andrés bello de San Miguel, al encontrarme fraganti el profesor me llevó fuera de la sala, conversamos sobre sexualidad, y me advirtió que yo le estaba haciendo un mal mayor a aquel compañero del cual yo me estaba burlando, pues todavía el podía sentirse dentro del curso y no discriminado por su condición sexual, a lo que yo entendí y nunca más lo moleste, mis mofas consistían en formar una pelota con una hoja de papel, entonces se la lanzaba suavemente para que él la agarrara y le decía a toda voz, ¡¡¡oye, agarradme el paquetito!!!, y generaba la risa de todos, pero después me di cuenta que él no se sentía bien, ni cómodo , ni comprometido con su futuro que en ese horizonte eran los estudios, pero lo que quiero recalcar es la actitud del profesor, que no permitió ese daño y generó una buena onda hacia nuestro compañero, acrecentado la aceptación por parte de la gente homosexual a que el reproche de la sociedad y más dentro de una sala de clases, otro profesor no hubiese a lo mejor generado la misma situación de comprensión si hubiera sido homo fóbico, o enchapado a la antigua, o con otras creencias un tanto más religiosas, que quiero decir con todo esto. Que un profesor por muy profesor que sea no puede establecer ninguna doctrina ni pensamiento que atente en contra de un alumno en particular, ayudando a que esta sociedad se unifique y no de denigre ni desintegre por cosas que se han vuelto tan normales como ir a comprar el pan y con la cual nos desenvolvemos en nuestro día a día.

Un término de clases especial

Esta historia ocurre en el Colegio más prestigioso de la comuna del Valle llamado Zorrillo School. Es allí donde entre toda una variedad de docentes encontramos a una de las profesoras más especiales, y carismáticas de todo el Valle, su nombre es Greenpeace y su clase eran la de matemáticas. A ella todas las generaciones del colegio la conocían por ser la más amorosa de las profesoras, y con quien todo se podía conseguir, desde una prueba extra para subir el promedio, aplazamiento de exámenes, permisos para ir el baño en reiteradas ocasiones durante una clase, y toda una serie de favores o peticiones que un alumno puede llegar a pedir a una profesora. La profesora Greenpeace es sobre quien nos referiremos en esta historia escolar, y sobre su trato hacia el alumnado del Zorrillo School.

Si bien al llegar el año escolar es complicado para todo quien tenga relación con algún colegio, lo es más para los alumnos de 4º medio de este colegio, pues todos se encuentran exaltados o estresados por el termino del año escolar en algunas asignaturas, en otras se encuentran más bien relajados, o simplemente el ramo nunca les importo mucho, pues no lo consideraban fundamental para su futuro, o salvaban igual el año con el resto de las materias. Así que es asignaturas donde se daban esas características los alumnos eran totalmente despreocupados con el ramo en si, y con el profesor de la materia, desde llegar tarde a su clase, escaparse en medio de ella, quedarse fuera, no tener cuaderno, o no prestarle atención mientras explicaba los contenidos. En fin, la clase de matemáticas que ella daba, era considerada por el 4º Z como la clase donde la hora pedagógica, era un sinónimo más de lo que los alumnos consideraban recreo.

La dirección a cargo del Zorrillo School consideraba y tenía al 4º Z como uno de los cursos más aplicado, y responsable a pesar de las travesuras cotidianas que se daban en el colegio a término de año, como lo es el tirar agua a los alumnos más chicos, el hacer la tradicional lista negra, el sacar el mobiliario de las salas al exterior, o realizar cánticos efusivos a los profesores, resto de los alumnos o auxiliar, en horas tanto de clases como de recreos. Con todo y esto, era uno de los cursos más queridos por el personal docente y directivo, y eso le daba el pie en algunas oportunidades para aprovecharse, como lo hacían con Greenpeace, pues su clase no era el lugar donde los alumnos más aprendían, a pesar de la excelencia de la profesora, pero sin duda era el lugar donde aprendían canto, baile, juegos de mesa y estudiaban para otros ramos. En conclusiones su asignatura era bien aprovechada, pero con otros fines.

Los alumnos de este curso durante el año escolar, nunca aprovecharon mucho sus horas pedagógicas de matemática, lo que quiere decir que nunca prestaron mucha atención a la clase y menos a la profesora. Sin embargo ella consideraba que los alumnos la respetaban mucho, siendo que la realidad era que ellos se aprovechaban de la bondad de la profesora y solían escaparse en sus clases, sin darle mayor importancia a Greenpeace y a los números. En fin se podría decir que los del 4º Z no aprovecharon a la su profesora como debían.

Llegado ya el fin de año, su querida profesora Greenpeace sorprendió a todo el curso, llegando a la sala de clases con helados y bombones para todos, ese pequeño gesto, los emociono tanto que algunos llegaron a botar lágrimas. Además de los regalos que traía, les hablo al curso, y les dijo que ese año había sido muy especial para ella, que los aprendió a conocer y que se había encariñado mucho con ellos, el hecho de que esa profesora les dijera que los quería, y que les diera las gracias por todo el año, fue realmente un peso en la conciencia, pues el curso nunca le presto mayor atención a Greenpeace cuando la tenían al frente, y ver en ese momento el gesto de cariño que ella les entregaba y que los consideraba muy importantes y especiales fue en remordimiento por el trato que les entregaron en el año . Ese hecho marco fuerte en el corazón de los estudiantes que no entendían como ella podía tenerles tanto aprecio, si su clase no era respetada por ellos mismos, pero que a pesar de ello ella les tenía gran aprecio. El termino de su clase significo para los chicos del Z mucho más que el egreso de su enseñanza media, pues aquella profesora dejo huella dentro de los corazones de esos chicos, pues comprendieron que aunque no prestaran atención a su clase, ella los consideraba especiales por lo que eran y por como eran, ya sea gustando de las matemáticas o no, ella sabia como era cada uno de los que estaba en esa sala de clases.

¿Un lunes entretenido en el colegio?

El día lunes daba inicio, ya era casi fin del primer semestre y en el colegio comenzaban las terribles pruebas coeficiente dos. Los profesores, que en un principio se mostraron alegres y comprensivos ahora mostraban su otra faceta y eran peores que una enfermedad. Dieron las ocho y el timbre anunciaba el inicio de las clases. La marcha fúnebre de los alumnos dio comienzo, uno a uno entraban a sus respectivos calabozos a esperar que el sepulturero llegara a torturarlos. Al momento en que la profesora entró a la sala todos se colocaron de pie y esperaron que ella saludara. Era la temible profesora de Matemáticas, acostumbraba a revisar el piso, el uniforme, la corbata, anillos, pulseras, chicles, entre otros; cualquier cosa que no formara parte del aprendizaje se guardaba antes de que ella entrara, de lo contrario corrían el riesgo de no verlo más.

Pero esta vez ella no venía sola, el profesor jefe entró a la sala de clases con la cara más seria que le habían visto en cuatro años, y eso que jamás reía.

-jóvenes-comenzó-el viernes recibí una queja muy fea sobre ustedes, ¿Cómo es posible que, estando presente el profesor, hagan un desorden tan grande como para que un libro haya caído a la calle y golpeado a un transeúnte?

Todos guardaron silencio; era cierto, el viernes, en uno de los tantos juegos, un libro de lectura había caído a la calle. Como de costumbre nadie habló, todos se miraron, una que otra risa; había sido chistosa la escena, pero ahora el futuro se veía negro.

-pues entonces-dijo el profesor-hasta que alguien hable el paseo de fin de año queda suspendido.

Él salió, todos se miraron. La profesora dio los buenos días y pidió asiento. El resto de la mañana pasó lenta y gris.

-no es justo-dijo Vicky una vez salido a recreo-por culpa de los chiquillos vamos a perder todos.

-aun falta para el paseo-dijo Elisa-tal vez uno dice quien fue.

-podrías ser tú-dijo Helena mirando a Vicky-si tan enojada estas…

Vicky se quedó en silencio, parecía pensar. Miraba para todos lados como si temiera que alguien escuchara lo que estaba pasando, al cabo de un rato dijo:

-mejor no, no quiero quedar de sapa para el resto del año.

A la segunda hora el 4º B tenía prueba de ingles con el profesor más despistado y ridículo que habían tenido en todos los años de colegio. Lo habían apodado “tutu-tutu” y todos tenían por sentado que el titulo de profesor se lo había ganado en un Bingo. Se perdía dentro del colegio, todos los alumnos lo pasaban a llevar, inclusive los tímidos de 1º medio. Llegó a la sala, saludó, repartió las pruebas y comenzó lo entretenido. Todo el mundo se copiaba sin escrúpulos, el libro de ingles bajó el banco, los torpedos tras la prueba, etc. Tomás se levantó con la excusa de ir a botar un papel a la basura y le preguntó toda la prueba a un compañero que estaba adelante. En esa prueba la mayoría tuvo buenas notas y, casualmente, las respuestas eran muy parecidas.

Después de almuerzo, la última clase de ese día lunes, era Física. El profesor por poco y no entra corriendo a la sala. Era el profesor Ritalín, algo acelerado e hiperactivo. La materia la pasaba rápido para ponerse a conversar con el curso y tirar tallas que se suponían eran graciosas. Todas las mujeres del curso tenían que hacer una presentación para Educación Física y se quedaron abajo ensayando a pesar que en el recreo se había acercado un grupo a pedirle permiso y les dijo que no. El grupo que había ido era el de las más tranquilas del curso y que nunca participaban en sus juegos y bromas.

-ahora me hablan-dijo el profesor-y cuando las molesto en clase ni me pescan.

-nosotras no vamos a reírnos de sus chistes-contestó Andrea-estamos en clase y usted no pasa materia y se pone a conversar.

-puta que son simpáticas-respondió-por tontas no les doy permiso.

Mandó a llamar a todas y las obligó a subir a la sala. Allí les dijo que se quedaran a recibir las pruebas y después podrían salir a ensayar. Cuando Helena fue a buscar su prueba la retiró sin mirarla, la arrugó y se sentó en su puesto.

-si están con esa actitud conmigo no les voy a dar permiso-dijo él.

Helena se levantó del puesto golpeando la mesa y le gritó:

-¡ahora nos pide que seamos simpáticas cuando usted nos trató de putas en el recreo! Para la otra trátenos bien y nosotras haremos lo mismo.- y se sentó.

El profesor se quedó en silencio, era cierto, no podía reclamar. El curso exclamó un ¡oooohhh!, y luego ¡uuuhhhh!, después todos aplaudieron, por fin alguien le había demostrado a ese profesor que no era simpático y que se aprovechaba de su posición.

El día escolar terminó pronto y las amigas se fueron comentando que era la primera vez que el día lunes era tan movido.

Todo comenzó por un robo de estudiantes

La fiesta ya empezaba, los pañuelos comenzaban a elevarse y las cuecas sonaban como el eje principal para dar inicio a las primeras competencias que se efectuaban como preparativos para las Fiestas Patrias y , a la vez, como puntaje inicial al futuro aniversario que se realizaba en Octubre del mismo año en el Centro Educacional Santa Lourdes por lo que todos los presentes estaban atentos, captando a cada pareja de baile que representaban a las dos alianzas, la de los terceros y cuartos medios; pero lamentablemente un grupo de alumnos de uno de los terceros medios que había en el establecimiento, tuvieron la ocurrencia de violar todas las normas e ingresaron a una sala de clases de un segundo medio y hurtaron toda clase de objetos a las víctimas de aquel salón, los cuales estaban en el auge de la fiesta, junto a todo el alumnado.

Esta noticia de hurto se enteró el resto del colegio a la semana siguiente de clases (por ser feriado los días de Fiestas Patrias), en donde, sin duda alguna los objetos robados ya habrían desaparecido o vendido por los ladrones estudiantes incógnitos del colegio. A esto, sin saber específicamente quienes fueron, el director del colegio, Samuel Ibáñez, culpó a los alumnos de los cuartos medios, por querer causar revuelos en su último año de colegiatura como acto de rebeldía, sin alguna evidencia al caso; además de anunciar que por el momento todas las actividades masivas del colegio se suspenderían hasta encontrar a los culpables, por lo que no habría aniversario, despedida de cuartos medios, veladas, licenciaturas, etc., sin duda los más perjudicados serían los cuartos medios.

Pasaron los días y las investigaciones no daban con los ladrones, pero existían muchas versiones y especulaciones de quienes habrían sido, pero nada con certeza alguna, debido a esto el director no quería creer a las especulaciones que decían que estaba el hijo de uno de los funcionarios del establecimiento, específicamente era el hijo del psicólogo del establecimiento, además de que tampoco quería escuchar las peticiones, ni leer las cartas de los representantes de los cuartos medios para solicitar que se reanudaran todas las actividades que comprometían al colegio y más aún, a los últimos momentos que estos alumnos que muy pronto egresarían.

Algunos de los alumnos de un cuarto medio, al ver que sus celebraciones se les iba de las manos y de la injusticia de no poder hacer nada, se osaron a entrar por la noche al establecimiento, despistando al nochero, y tomaron la campana símbolo, el estandarte, y rayaron las canchas y los vidrios de todo el colegio, como emblema de que no se dejarían pasar a llevar y que sus fiestas eran muy importantes para ellos. Ante esto, por la mañana el director anonadado al ver los hechos acontecidos en su colegio, creía que todo se le iba de las manos, y con más fuerzas creyó que eran las de cuarto medio los que habían entrado a robar en Fiestas Patrias, ya que a él le llegó un anónimos delatando quienes fueron los que entraron la noche anterior a invadir el lugar.

El ambiente en el colegio estaba tenso, los profesores no hablaban del tema, las reuniones de docentes eran aún más frecuentes, y las luces del aniversario se apagaban con más frecuencia. Pero como siempre aparece algo bueno entre lo malo, ocurrió que las dos profesoras jefes de los respectivos cuartos se jugaron por sus cursos, por su despedida y licenciatura, a lo que esto el director respondió satisfactoriamente, entregando a los cuartos medios una gran noticia y un gran alivio, su despedida y licenciatura de efectuarían, pero la suspensión del aniversario seguí en pie.

En el paso de los días aún no se sabía de los ladrones del 18 de Septiembre, pero los estudiantes de cuarto medio que ingresaron una noche al colegio se delataron, relatando todo lo que habían hecho, el porqué lo hicieron y agregando que ellos no fueron los culpables del primer robo que ocurrió en el colegio. El directo al saber esto, expulsó a todo el grupo permitiéndoles solamente el acto de despedida que les realiza el colegio, como gratitud al haberse delatado, no así entregarles como regalo la ceremonia de licenciatura.

El mes de Octubre pasó y el aniversario no se efectuó, ni se efectuaría en cinco años más, sentenció el señor Ibáñez como castigo al colegio y a los ladrones que no se presentaron ante él, ni siquiera anónimamente. Por ende los cuartos fueron los más perjudicados por no celebrar su último aniversario, las fiestas y todo lo que concierne a las respectivas despedidas y momentos finales de los próximos egresados. Ante esto, la arriesgada profesora Fernanda Cabrera, que era una de las docentes jefes de un cuarto medio, veía la poca actitud y la errónea toma de decisiones que efectuaba el director, encarándolo y transmitiendo a los alumnos el emblema de justicia de oportunidades y de derechos del alumnado, debido a esto la profesora le costó su trabajo que no se integró el año siguiente, por la poca ética que tuvo según don Samuel.

El año pasó, los cuartos medios se licenciaron sin la compañía de los alumnos expulsados y con un leve ambiente de pena, desánimo, nostalgia e injusticia por lo ocurrido y por todo lo que lucharon por hacer las cosas bien por ellos, por sus compañeros y por todo el colegio; pero las cosas no ocurrieron como planearon. Al año siguiente acontecieron hechos que nadie se esperaba (los cuartos medios ya no estaban), ya que a un grupo de alumnos que iban en tercero medio cuando ocurrió el robo, se les canceló la matrícula en aquel centro educacional, y ahí se dieron cuenta que el director tenía conocimiento absoluto de los ladrones y no hizo nada contra ellos en el momento que era necesario, sino que ejerció cargos al año siguiente; además dio la excusa que ese año, 2007, sí habría aniversario por el hecho de que su nieta cursaba el último año de colegiatura antes de egresar de la enseñanza media. Es algo inaudito e inexplicable para los alumnos que egresaron el año anterior, para los apoderados, la profesora despedida, los compañeros expulsados y para todos quienes conocieron esta historia.

El

Cierto día en un establecimiento de la capital, más precisamente en el Instituto Superior de Comercio N2, había cierto curso con un profesor jefe como todos claro, pero este profesor tenía cierto gusto extraño por algo que comenzaré a contar desde acá.

Recuerdo claramente que siempre luego de ciertos recreos, luego de que los alumnos venían transpirados y cansados claro por los típicos partidos de fútbol, él se ponía en la puerta de la sala de clases a esperar, ¿el qué? Jamás lo supe con certeza hasta que un día en el cual no hice gimnasia pude apreciar claramente. Ese día había sido extraño puesto que como no había mucho que hacer y con mis manías de observar a la gente, me puse a hacerle honor a ella, comencé a observarlo detenidamente, observar sus expresiones, sus movimientos todo con una frialdad digna de mí claramente. Todo esto no fue cosa de un solo día, el principio de esta historia tiene que ver con el final de un largo periodo dedicado exclusivamente a él, quien por obvios motivos no diré su nombre si no sólo se llamará así tal cual, “ÉL”.

Comencé a tener este interés no porque sí, sino que hace poco tiempo había leído algo sobre las conductas de cierto tipo de hombres los cuales gustaban de sus iguales, o sea de gente de su mismo sexo. Primero que todo comencé con mis compañeros y que para mi desgracia uno de tres que asimilé con estas conductas poco sanas, por decirlo de alguna manera, era un amigo pero ese es otro tema, sólo me interesaba averiguar si mis nuevos conocimientos eran o no fundados hasta que un día me interesé en un profesor que tenía la mayor parte de los rasgos característicos que se describían en aquel libro.

Miraba detenidamente a mis compañeros, cuando podía y junto a eso siempre los tocaba ya sea abrazándolos, tocándoles el hombre y cosas así que jamás se verían mal si vemos esto en una imagen de un educador con un criterio formado, claramente por lo mismo pasaba inadvertido la mayor parte de las veces, y digo la mayor parte de las veces puesto que siempre escuché algunos comentarios quizás acertados de ciertos compañeros en las duchas sobre todo.

Así comencé a juntar información a seguirlo de vez en cuando, a preguntar a profesores de mi mayor confianza para ver y unir clavos sueltos con respecto a mi duda que más que duda había generado un gran interés ya en mí, que lo había hecho mío como un tipo de problema y enigma que quería solucionar de cualquier forma posible. Entonces comencé a tomar nota de sus actos, de sus expresiones y todo lo que tuviera que ver con él, habían veces en que pensé que estaba realmente obsesionado con el tema, pero era tan distinto a lo que yo tenía metido en la cabeza como un profesor que no podía evitarlo entonces me dejé llevar y comencé a hacerlo hasta que un día, miércoles para ser más preciso, comencé a darme cuenta de que algo no marchaba bien del todo. Acá continuaré lo que había dejado atrás hace un rato en donde se había terminado la práctica de futbol.

Ese miércoles nos tocaba educación física, el profesor nos había hecho trotar y correr muchas veces, había test de resistencia entonces estábamos la mayoría exhaustos. Terminaba la clase, eran si mal no recuerdo eso de las 13:30 y después de un día así siempre era bien recibido una ducha bien caliente para soltar músculos y botar toda tensión del cuerpo, entonces nos dirigimos hacía allá. A lo lejos sentí una mirada, pensé que quizás sólo lo imaginaba pero las ganas de mirar y salir de mi duda fueron tantas que sin querer ya tenía la vista pegada al segundo piso en donde ÉL nos miraba fijamente, sí tal cuál, ÉL estaba allí con sus ojos clavados en nuestro andar, me asusté lo admito, quizás fui el único que se dio cuenta de esto y por lo cual me sentía con más miedo aún sabiendo lo que todos mis compañeros ignoraban, entonces apresuré mi caminar a las duchas no sin antes percatarme de que ya no estaba, ÉL ya no estaba mirándonos, se había ido,¿a donde? No lo sé, sólo se que ya no estaba.

Tenía un mal presentimiento, desde la mañana había estado pensando en que quizás algo ocurriría ese día pero aún así fui a clases, estaba listo para tomar mi ducha, sin mi polera y ordenando mis útiles de baño mientras miraba a mis compañeros jugar como verdaderos niños a quien tenía su miembro más grande y cosas así, típicas de jóvenes lo cual no tiene nada de malo considerando la edad en que oscilábamos, hasta que de pronto alguien que no pertenecía a nuestro curso entró de improviso, era ÉL. No supe que decir, quedé perplejo ante su mirada libidinosa, era como si en aquel instante el tiempo se congeló por un largo rato ayudándolo en su depravación, así con eso nos miró detenidamente uno por uno hasta que de su boca salieron las siguientes palabras.

“Jóvenes por favor apresúrense que comenzará nuestra clase”. Con aquellas palabras se marchó lentamente no sin antes mirarnos una vez más, yo se lo que sentía, podía oler su depravación a lo lejos, siempre estuve seguro de que si uno de nosotros le diera chance de alguna cosa extraña él la tomaría sin dudarlo. Lo odiaba, no podía creer como un tipo así era mi profesor jefe, me daba asco sentir como se nos acercaba escondiendo aquel gusto aberrante hacia nosotros con tiernos abrazos y muestras de compañerismo, lo ¡odiaba! Más que a nada en el mundo.

Ese año jamás pasó nada, yo ya estaba convencido de su homosexualidad no tenía duda alguna, entonces daba por hecho y terminada mi investigación. Ese año me gradué y no volví a saber más de él, hasta que por esas cosas de la vida fui después de un tiempo largo a aquella escuela y hablé con ciertos profesores que me contaron algo que me dejó atónito. ÉL había abusado de un joven de primer año. No pude articular palabra alguna sólo un ¿Cómo fue? Que quizás jamás debí haber dicho.

Me contaron que sucedió luego de una práctica de ecuación física, el niño le gustaba quedarse hasta tarde en los camarines entonces se hizo el momento propicio para que aquella depravación saliera de su guarida y por fin consumara lo que tanto temí para mí y mis compañeros en aquel año.

Quizás debí haberlo previsto, quizás debí haber advertido a sus superiores, pero ¿quién era yo? Un niño cobarde que nada podía hacer más que observar, observar la aberración de la cual me sentí partícipe.

Castigo por no hacer o por hacer mal

Aun recuerdo claramente aquella sala, aquellos compañeros y aquella profesora en particular. Siempre era la mismo, tarea para la casa resolver algunas páginas del libro de castellano que al día siguiente eran revisadas por los mismos compañeros y luego de la revisión venía lo trágico.

Nos hacia formar un fila por toda la sala y tener claro cuantas malas teníamos por cada respuesta errada eran 10 tirones de patillas. Aunque en la fila nos reíamos mucho todos estábamos muy nerviosos y escuchábamos de fondo su 2-4-6-8-10 y el corazón comenzaba latirnos mas rápido y mirábamos la hora para intentar calcular si nos libraríamos de ese dolor.

Y claro muchas veces nos librábamos pero no siempre fue así, no olvido su cara diciendo Rivera cuantas y al escuchar diez su cara sonreía y yo temblaba, intentaba cerrar los ojos aunque los nervios no me lo permitían totalmente y sentía sus manos cerca de mis orejas y su voz empezando a contar 2-4-6-8-10 con sus movimientos de manos de arriba abajo, de un lado a otro y yo intentando moverme en las distintas direcciones para reprimir un poco el dolor.

A veces eran mas de cien tirones de patillas que ya ni nos dolía tanto como al principio solo se nos enrojecía la cara y claro nuestras abusadas patillas y lo mas extraño de todos era que nosotros mismos creíamos que lo que ella hacia estaba bien, que lo hacia por nosotros que nos quería igual como nosotros la queríamos a ella.

Mi cole: historias de profesores y alumnos eternos

En el colegio al que iba, solían ocurrir cosas muy inesperadas y especiales de las que eran por lo general representadas por los profesores. Contaría mil cosas, pero solo relataré las que más llegaron hacia mi persona.

Recordaré siempre cuando el “Tuerca” y el “Narigón”, llegaron volados a la clase, su estado era infernal, su apariencia no era del todo la mejor, todos pero todos los que estábamos en la sala nos percatamos de eso…y… ¡¿qué haría el profesor?! , “!!uhhh se tiraron¡”, “¡¡los van a rajar!!”, o cualquier otro comentario de futura fatalidad para los implicados. Pero, ¿qué fue lo que sucedió? Algo totalmente inesperado que dejó a todos con la boca abierta, la profesora “Palo de rosa” decidió acercárseles y retarlos pero no como una autoridad contra sus vasallos, sino que como una madre a sus hijos. La Palo de rosa, debido a esa intervención osada, se echó a toda la rectoría encima, ya que como es sabido en todo colegio “todo” se termina sabiendo, conllevando a una serie de reuniones y apelaciones que se dirigían en su contra, pero como nosotros y la Palo de rosa éramos y seremos, una familia, por lo que nosotros la defendimos y adjudicamos a su amor por la pedagogía, ya que un acto de una profesora de tal calibre, siempre será corregido con una represalia y un castigo que ¡ni se cuentan!. Lo que hizo esa profesora por nosotros es algo que a mi pensar repercutió en todos los alumnos de nuestra clase, ella con eso que hizo fue forjando una relación estrecha entre nosotros y la señorita. Luego de ese suceso, por que por cierto salió impune, se siguió gestando este ambiente de madre e hijos, algunos incluso la querían más que a sus mamás…no, exagero, pero sin duda que su mentalidad era positiva y emprendedora, ya que nuestro comportamiento mejoró, y cada vez íbamos entendiendo más lo que es respetar al otro, y ponerse en su lugar.

Otra de las anécdotas, ha sido la que nos pasaba con el “Milico”, era un viejo re re re cul…culturalmente sabio (para no decir otra cosa). Era profesor de matemáticas, y ¡ohhhh¡ ese viejo si que es único, la viva rencarnación de Hitler, el mejor amigo del diablo. Ahora eso si me rió y lo recuerdo con gracia, como cuando por ejemplo estaba en sus clases normales con nosotros, y de pronto, para de escribir sobre la pizarra, tomando una postura de inmovilidad y recuerdo de algo, “¡Gutember!...!chucha, se me olvido retarlo¡ ese gueón estaba güeando en clases” y salía de la sala e iba al curso en donde se encontraba Gutember, solamente para retarlo; bien raro ese caballero, a todos nos daba susto, ni las dudas se las preguntábamos pero si que nos ayudo, su forma estricta opacaba su “esquizofrenia o locura, no se como llamarle a su peculiar forma de ser”, y pucha que lo recordamos, obvio que mis compañeros más interesados por las matemáticas le sacaron el jugo, “¡200 ejercicios para mañana!”. Increíble, pero esa era su forma para hacernos hombres responsables, el darnos 10 minutos para las pruebas que eran de 10 ejercicios matemáticos, o sea ¡1 por minuto!, era lo que agradecen los matemáticos de mi clase ya que les fue excelente en la PSU, pero en cuanto a mi…mejor no hablar.

El profe “El loco” era otro personaje, el “Show del Loco”, Cosas como que nos ponía un “1” en revisión de cuadernos solo, por que era fanático del Colo-colo y típico que uno tenia un cuaderno de la “U”, su archirival. O que de pronto en pose reflexiva nos miraba y nos decía “no sé por qué soy tan perfecto”. Pero sus consejos siempre eran certeros y su impetuosidad en la sala nos inspiraba el ser perfectos jaja, noooo pero si que nos inspiraba para hacer bien las cosas.

En sí el colegio me abrió los ojos y ver la realidad, la a veces cruda y sin sentida realidad, como en otras la fabulosa aventura que teníamos a nuestro alcance, uno de los profesores que me llevó a otro mundo y me inspiró y a ser profesor de Lenguaje fue “El Mago”, ya que siempre en vez de hacernos clases de lenguaje y los libros, nos daba cátedras de la mágica vida, de lo hermoso de la literatura y la belleza sin razón del mundo. Siempre dándonos recursos para subsistir, aunque a veces no le creyésemos mucho, por eso el apodo de Mago, no sabíamos de donde sacaba tanta historia, y además cómo todas le podían pasar a él, un misterio sin resolver.

Mis compañeros y en si la gente que conocí en el Cole, me mostraron realidades que ni imaginaba. Compañeros ultra solidarios que siempre estaban dando colación, como también otros súper amarretes, o personajes totalmente de libros,… “locos los locos esos”. Nos defendíamos entre nosotros, nos ayudábamos en todo momento, éramos el “bro”, el “gato” y yo, el “pichi” (no pichí,), “el trío inseparable”. Estudiábamos juntos, nos copiábamos, hay que decirlo pero hasta cierto límite que incluso nos retábamos por que al final no aprendíamos nada, pero nos alcanzábamos a poner las pilas en todos los ramos.

Fueron muchas más las historias que viví en el cole, buenas y malas, pero a final de cuentas si me lleve un gran valor conmigo, fue en ese lugar, en el colegio “El Antro”, en donde conocí a la famosa ética.

Lavín y los claveles

Bovino, Cachirulo y yo íbamos en cuarto medio, y desde tercero que los tres éramos parte del auto asignado “Ilustre Centro de Alumnos” y como chiquillos responsables de nuestros cargos, hacíamos todo lo posible por realizar la mayor cantidad de actividades para juntar plata y comprar las cosas que prometíamos. Un día llegó la profe de artes a decirnos que en el otro colegio en el que trabajaba, hacían una cuestión bien entrete que se llamaba “el día del clavel” La cosa no es tan original tampoco, pero nosotros no la conocíamos. Para el que no sepa, el día del clavel consta en comprar claveles y venderlos a los compañeros en el recreo, para que ellos se los regalen a quienes quieran; rojo para el amor, blanco para el perdón, y amarillo para la amistad. Bueno, y decidimos hacer la cosa de las florcitas esas… Obviamente, antes que todo había que ir a comprarlas… Como siempre el Cachirulo guateó y tuvimos que ir con el Bovino los dos no más, y le pedimos a Don Toto, el auxiliar del colegio, que nos llevara en su toto móvil. Fuimos a la pérgola de no sé dónde, pero es el mismo lugar donde se compran flores para el cementerio… Y en el camino hacia allá pasamos por Mapocho, y como era tiempo de campañas presidenciales, habían carteles de Joaquín Lavín tamaño real por toda la calle, la cosa es que con Bovino tuvimos la genial idea de robarnos uno, y le propusimos la genialidad a don Toto, y él aceptó gustoso, y hasta se entusiasmó y nos empezó a contar que en la época de la dictadura había ayudado a unos alumnos a hacer un ataúd de madera para meter a un mono vestido de milico adentro, y que después lo llevaron al Aguilucho con Los Leones y lo quemaron en toda la esquina… Bueno eso nos contaba bien orgulloso mientras íbamos a comprar los claveles. Llegamos al fin al lugar donde se compraban, y el Bovino pinchó con una chiquilla con las pechugas bien grandes, llenas de leche porque había tenido recién una guagua, y se aprovechó de sus encantos para pedirle que le regalara unas rosas súper bonitas para regalarle a la chiquilla que le gustaba.

Con los claveles listos nos pusimos en marcha para volver al colegio, le acordamos de nuestro plan a Don Toto y cuando dio rojo en el semáforo, Don Toto sacó un corta cartón de la guantera y se lo pasó a Bovino, y le dijo “apúrate, tráelo antes de que dé la luz verde”. Bovino corrió, y con el corta cartón rompió las amarras del cartel, se lo puso bajo el brazo, corrió de vuelta hasta el Tito móvil, lo metió adentro y partimos rajados mierda, justo cuando dio la luz verde. Llegamos al colegio y nuestro queridísimo auxiliar guardó nuestro cartel en la bodega.

Al otro día hicimos el día del clavel y vendimos todos los que teníamos, Bovino me pidió que hiciera un cuasi arreglo floral a la chiquilla que le gustaba y me quedó bien bonito, y casi no me lamenté por la lolita de las pechugas llenas de leche mientras lo hacía. La cosa es que mi amigo le entregó las flores a la chiquilla, pero ella era media mala, así es que pasó sin pena ni gloria la cuestión. Y nosotros también, sin pena ni gloria, ni el Cachirulo ni yo recibimos clavel, sólo el Toro, uno amarillo que le regaló una niña de séptimo que andaba detrás de él. Al menos nos fue bien con las ventas.

Dejamos pasar un tiempo, hasta que un día, durante una inesperada hora libre, supimos que ese era el momento. Como Cachirulo ya estaba enterado de nuestra hazaña, nos ayudó también, él vigilaba mientras Bovino, Don Toto y yo sacábamos a Don Joaco de la bodega. Le cortamos tres cuartos del cuello, cosa que quedara colgando la cabeza, y con mi plumón mágico multiuso le dibujamos una lengua. Hicimos las señas correspondientes a Cachirulo, el soltó la cuerda del mástil de la bandera que estaba al medio del patio y nosotros en un rápido movimiento colgamos al candidato por el cuello e izamos nuestra bandera. Estuvo ahí colgado como veinte minutos, hasta que un chiquillo bien mamón y facho como él solo, fue a avisarle al inspector, el señor Rareza, que fue a bajar a Lavín del mástil, pero se le cayó en la cabeza y todos nos reímos de él, menos el mamón facho que miraba con cara de tirria.

Ahora, después de tres años de haber salido del colegio, los tres, aún amigos, nos reímos hasta que nos duele la guata, o hasta que nos acordamos de una talla mejor.

Pal sure de la Capital

Pal sure de la Capital, o mejor dicho en el campo mismo vivía el señor Cabezas, caballero de aspecto bastante entretenido; era blanco, muuyy blanco, con pocos pelos en la cabeza, con nariz gorda, un poco tieso de cuerpo y con un buqué que te lo encargo. Pero hay que rescatar en él, que se dedicaba al trabajo más noble y difícil que existe, la Pedagogía. Pobre caallero…amaba lo que hacia, pero todos se daban cuenta de que no le pegaba nah a la cuestión poh. Bueno, yendo al meollo de la historia y que es lo que importa, diremos que el señor Cabezas se le ocurrió entrar en el 2005 al Liceo más flaite de aquella localidad y pa peor, le entregaron la jefatura de un 4º medio, curso que aunque no se caracterizaba por ser el más revoltoso, igual eran bien cuaticos los cabros. El profe éste, al ver que se le hacía difícil dominar al curso, les tomó una especie de rencor y se negó a entregarles todo tipo de ayuda y apoyo en lo que respecta a los consejos de curso, a los asuntos relacionados con el paseo de fin de año y a la fiesta de gala. Lamentablemente aquella actitud hizo que el pobre viejito saliera perjudicado (todo se devuelve en la vida), sus alumnos lo odiaron y lo hicieron sentir muy mal. Eligieron a una profesora para que estuviera en la foto de curso, sin que él supiera y no permitieron que él les entregara la licenciatura en el acto de finalización de año. Que triste, no?

El Payaso

Hola, yo soy Catalina y les quiero contar mi historia de vida del colegio “El Más Allá”, de los años quinto a séptimo año básico. El protagonista de ésta historia es el profe de matemáticas, alias el “payaso”.

Cada vez que tenía clases de matemáticas era lo peor, transpiraba helado, me ponía muy nerviosa y siempre me estudiaba muy bien las tablas antes de entrar a clases. Creo que no era sólo yo que me ponía así y me preparaba de esa manera, ya que todos mis compañeros debían y hacían lo mismo.

Estudiar las tablas no era precisamente porque éramos muy estudiosos y aplicados. La razón del estudio de las tablas de multiplicar y todo el nerviosismo de asistir a clases, recaía netamente en el Payaso. Este viejo era de esos profes de matemáticas que te quieren joder sí o sí. Amargado, neurótico, mal humorado y muy muy agresivo. El Payaso entraba a la sala y empezaba a preguntar las tablas al azar, creo que todos nos sabíamos las malditas tablas, pero nadie las contestaba correctamente. Nos poníamos tan nerviosos que a todos se nos nublaba la mente, era como sino hubiésemos estudiado y esto conllevaba, por supuesto, a que el Payaso se quedara sólo en la sala, ya que el alumno que no le respondía bien, lo echaba para fuera.

Como no podía tener a todo el curso fuera de la sala, luego de cinco minutos aproximadamente nos hacia entrar y ahí de nuevo se venía el nerviosismo a mil por horas. Se ponía a gritar como un loco que no sabíamos nada, que éramos unos tontos, que no servíamos para nada, etc etc etc., pero aquí no termina todo. El Payaso pasaba un poco de materia o se ponía a revisar las tareas y nos sacaba al pizarrón para hacerlas ahí. Juro que aquí casi todo el curso llegaba a llorar de angustia, era lo peor. A los hombres que no sabían generalmente les pegaba una patada en la parte trasera y gracias a Dios que era mujer y me salvaba de que no me pegara, porque a nosotras las mujeres no nos pegaban, pero nos decía que servíamos solamente para peinarnos, maquillarnos y las cosas que hacemos las mujeres, según él.

Claramente estas acciones tuvieron consecuencias en mi vida escolar. En sexto básico repetí por la asignatura de matemáticas y esto trajo grandes tristezas para mi madre que no sabía ya que hacer para que me fuera bien en matemáticas. Pero el profesor nose fue nunca del colegio, así que tuve que dejar de lado mis miedos para poder seguir los años que me seguían de colegiatura. Años más tarde, descubrí que al Payaso le gustaba la coca, ahí entendí muchas cosas del comportamiento de su conducta para con los alumnos… estaba bastante ya madura para asimilar todo este tipo de cosas, que en algún momento no supe explicarme.

Todos merecemos una segunda oportunidad pa copiar

Un día normal de clases, entramos a las 8:30 de la mañana, el timbre sonaba, teníamos que entrar a la sala. Era un día miércoles comenzábamos el día con clase de matemática, como siempre nadie estudió. Solo un grupo de compañeros destacaban en clase (hombres, que de por si les va mejor en matemáticas). Como no entiendo nada de matemática me veo en la obligación de tomar medidas para no sacarme un rojo. Entonces como al ale le va mejor le dije que si me pasaba las respuestas de la prueba.

Comenzamos la prueba, la miré y en no entendía nada, ninguna respuesta me la sabía, entonces empecé a ponerme nerviosa no me podía sacar un rojo, entonces le mandé un pedazo de papel al ale que decía “mándame alguna respuesta” cuando el papel llegó de regreso tenia la respuesta de dos ejercicio, en ese momento pensé esto es mejor que entregar la prueba en blanco y sacarme un 1.0. Intenté resolver algunos ejercicios a mi manera, porque al profesor no le entendía nada, no era a la única que le pasaba, el profesor llegaba a la sala, explicaba a los que entendían, y los demás jugábamos a las cartas en la sala, que sacábamos con poner atención a la clase si no entendíamos y cuando preguntábamos el profesor decía después te explico y se ponía a resolver ejercicios mas difíciles con los alumnos destacados en matemática.

Al final en esa prueba me fue mal, decidí no hacer más esfuerzos en vano y entregué la prueba así como estaba. El profesor tenía la costumbre de revisar las pruebas en ese mismo momento, no terminó ese dia de corregirlas todas.

Al día siguiente nos tocaba matemáticas otra ves, el profesor iba a entregar las pruebas, seguro me habia sacado un rojo, lo sabía.

Jajaajaja como lo sospeché me saqué un 3.2, pero a casi todo el curso le fue mal, solo los mismos de siempre 5 alumnos se sacaron notas azules, los demás todos reprobamos. Entonces el profesor “cara de chicha” empezó a darnos un sermón, estaba muy enojado, decía que como podíamos haber reprobado tantos, que no estudiábamos nada, que dejáramos de ser flojos y nos pusiéramos las pilas, estamos a fin de año y ustedes no se esfuerzan nada, estaba bien alterado y dijo: “esta prueba es una mierda” las rompió y las tiró al tarro de la basura.

El cara’e chicha dijo: júntense en parejas vamos a repetir la prueba, hice la prueba con la Pacha mi amiga, cual de las dos peor pa’ las matemáticas, pero eran 3 ejercicios y no estaba tan difícil, íbamos bien resolviendo los problemas, pero el ultimo no podíamos resolverlo, entonces le dijimos al ale que nos ayudara y nos mandó la repuesta en un papel, lo copiamos y la entregamos, esta vez estaba segura de que nos sacaríamos un azul. El profe no se demoró en revisar y para suerte de nosotros nos sacamos un 5.5, los que se habían sacado un 3.0 los subió a 4.0, y así nos arregló las notas. Todos querían a ese profe porque nadie quedaba repitiendo ni con promedio rojo en matemáticas, el subía las notas, ya sea con trabajos extras o por comportamiento. ¿Era el mejor profesor del cole? Mmm el mas buena onda si, pero de lo demás….

Una historia del joven Panchulo: Bulla Shool

Recuerdo como si fuera hoy, aquel día miércoles de julio en la década del 2000, se encontraba Panchulo disfrutando de una regeneradora clase de biología, con la profesora más fea del establecimiento, la tal Piraña, en ese momento estaban analizando los cromosomas XX y los XY, (para el que no entiende; los del hombre y los de la mujer). Cuando en medio de la tranquilidad se oye un ¡PUTA!, “da la casualidad que justo en ese lapso de tiempo, la profesora había terminado de explicar algo relacionado con lo ya mencionado anteriormente, y preguntó, si habían entendido algo”. Ella de inmediato al escuchar y por como se dieron las cosas, pensó que esa palabra iba dirigida hacia ella, luego de preguntar por única vez, ¿Quién fue el mal educado? Panchulo le dice y por ende le explica que el garabato el lo dijo, pero que no lo pronuncio con la intención de agredirla a ella, sin embargo, en un acto sin explicación, la tonta se dirige apresuradamente donde el compañero y de lleno le planta un manotazo, disculpen por la reiteración pero es necesario, le planta un manotazo, que llego a dejarlo mirando hacia atrás del salón. Lo que ocurre posteriormente a este suceso lo narraré después de expresar el sentir de todos los presentes y/o observadores de aquella situación…

La profesora sintió un alivio tan grande luego de violentarse con aquel compañero, que se podía deducir fácilmente de su mirada, mientras que los compañeros, todos unánimemente se hablaban diciendo ¡uh la cagó la profe! Al mismo tiempo Panchulo sin pensar, eso es lo concluido por los que allí estaban presentes, se levanta de su silla y sin pronunciar letra, sílaba, palabra alguna, le devuelve el regalo a la Sra. encima de la cara con la cabeza, no se la verdad, es que con su mano gigante le golpeó el cuerpo entero, lo que esto produjo no se puede asimilar, que pensarán uds. Los compañeros habrán dicho que feo lo que hizo Panchulo, lo van a echar del establecimiento, la faltita que se mandó este wn[i], nada de eso, colectivamente comenzó una risa que más tarde ya se era sencillamente una gran fiesta de chistes, donde Panchulo solo había iniciado el momento de diversión con un recatado y admirable monologo.

Lo más probable es que la mayoría de los lectores piensen que esta historia terminó de muy mala manera para el pobre alumno, pero déjenme informarles que sí, pero si él sufrió con su acto, debemos decir que también e igualmente sufrió la profesora. Las faltas deben ser castigas. El alumno por su parte se rige por un reglamento interno, mientras que un profesor se guía por una pauta impartida por el MINEDUC y el reglamento del colegio, escuela, etc. Es un complemento del anterior, pero que igual debe ser respetado. Aquí no importa el desglosar el asunto y decir que la Piraña tuvo la culpa, perdón la profesora, ni menos aun señalar que fue Panchulo el equivocado en su proceder. La conclusión es que cada uno, como persona, ser humano, independiente de otro, construimos nuestra vida y por ende la forma en la queramos llevar a cabo, eso se podría entender por ética. El proceder de un individuo frente a un accionar, independiente de que sea bueno o malo.

Dedicado a Penetron Permanente Sycro Record.



[i] Abreviatura de la palabra que es sinónimo de amigo.

La profe barrera

Claro esta que la época del Liceo está marcada por diversas historias y anécdotas, ya sean buenas o malas, independientemente del tipo de establecimiento en el que nos encontremos, ya que estas vivencias no se marcan por un rango social, aunque este aspecto puede influir para dar hincapié a ciertas situaciones, la mayoría son de carácter generales y no atribuyen a un sector especifico.

El tiempo en el que estuve en enseñanza media no fue la excepción, y estuvo dada por ciertas experiencias que marcaron esa etapa de mi vida, si bien creo que no fueron cosas tan importantes ni trascendentes como se da en algunos casos excepcionales, con algunos alumnos, en ese momento fueron importantes para mi.

Dentro de esos acontecimientos el que más quedo grabado dentro de mis experiencias fue el trato de algunos profesores frente a sus alumnos, en donde claramente se mostraba una cierta preferencia y se insistía por disminuir a otros, haciéndoles notar sus pocas facilidades para cierta materia.

Recuerdo que mi profesora de Química, tenía siempre un trato especial frente a un alumno en particular, al cual le hacia notar constantemente sus cualidades y facilidades para la materia, incluso le pedía ayuda para corregir las pruebas del curso y para realizar las pruebas de otros cursos. Como si esto no bastara, se dedicaba constantemente, a recalcar a los demás alumnos del curso su incapacidad frente la materia.

En una ocasión en particular, donde teníamos que hacer una disertación sobre un tema específico, recuerdo que le dijo a un compañero que su disertación había sido pésima y que con esa actitud y falta de dedicación no iba a llegar a ningún lado y lo más probable era que jamás pudiera ser alguien en la vida y que ni siquiera se le pasara por la mente que podría llegar a la universidad, porque gente como el solo servia para ocupar un espacio.

En una segunda oportunidad, recuerdo que tuve que salir de la sala para planificar con el inspector un acto con motivo del aniversario del colegio, y cuando él me fue a buscar junto con otros compañeros, ella no nos quería dejar salir de la sala, y la razón que daba para eso era que la gente que salía de clases y estaba en este tipo de actividades dentro del liceo solo se dedicaba a “sacar la vuelta” y su interés por aprender algo era nulo. Lo cual me pareció bastante absurdo, por lo que un compañero y yo decidimos responder a sus comentarios poco fundamentados y que ya se venían haciendo presentes hace bastante tiempo atrás, y le dije: “ acaso usted se cree alguien muy importante o que ha logrado cosas muy relevantes en su vida que viene a tratarnos de esa forma, usted no es nadie para venir a hablarme así a mi” Lugo de eso salí igual de la sala y claramente me gane una buena anotación negativa, y el odio permanente de esa profesora porque para mi desgracia, una vez que cerré la puerta y me iba, hice el comentario de que seguramente era “ una vieja amargada y por eso el marido la había dejado”. Después de eso obviamente el trato entre ella y yo era pésimo y siempre se encargaba de hacerme notar que yo no sabía y que mi capacidad mental no era suficiente para entender lo que ella me decía.

Aquí podemos ver, la mirada que tienen algunos profesores frente a sus alumnos y la poca expectativa que tienen sobre estos mismos, encargándose constantemente de recalcar sus defectos y haciéndoles notar el poco manejo que tiene de la materia, no haciéndose responsables ellos mismos del poco interés que sus alumnos reflejan, si no que dando a entender que éramos nosotros quienes no poníamos de nuestra parte por entenderla a ella.

Más allá de la anécdota en sí, la cual en este momento ya no me parece tan relevante como lo fue en ese entonces, me gustaría recalcar el hecho de la vocación y la pedagogía que los profesores tienen con sus alumnos. Con esto no quiero excusarme, diciendo que la culpa de que no haya aprendido, ni que tampoco me importara tomarle interés a la Química, sea totalmente de ella, pero si influyo de manera muy fuerte a que mis conocimientos en esa área fueran nulos y que más adelante jamás se me pasaría por la mente estudiar algo que tenga que ver con la química, porque solo pensar en eso me recuerda su cara, su forma de enseñar y de criticarme constantemente.

la falsificación de notas

Francisco suele llegar atrasado a todas partes, en especial a clases. No es un mal alumno, ni en lo disciplinario ni en lo académico. Él y sus compañeros han pasado a tercero medio, lo cual supone un cambio importante en su adolescencia: ha llegado al “Olimpo”; el patio en donde se encuentran los alumnos de tercer y cuarto año medio. Allí también, según la tradición cuenta, se encuentran los profesores más “secos” y más exigentes del colegio. Todos los años de formación en el establecimiento confluyen hacia la llegada del alumno a este nivel. Es el momento de demostrar cuánto ha aprendido y que tanta capacidad tiene para rendir una buena PSU. Alumnos y profesores lo saben claramente: la imagen del colegio radica en los buenos resultados y, por lo tanto, los alumnos no pueden quedarse atrás porque quien no logra buenos resultados es visto como un mediocre.

Hasta el año pasado, Francisco se quedaba un par de horas en el colegio para jugar a la pelota, jugar taca taca o simplemente para desconectarse de las clases. Sin embargo, este año ha debido hacerse cargo de una triple presión: los profesores, sus padres y él mismo, sin contar las infaltables comparaciones entre los mismos alumnos para ver quién es el mejor y quién no. En definitiva, Francisco entró a un círculo vicioso en donde se comienza a juzgar lo que hará o no con su futuro y, de tener una meta clara, si podrá conseguirlo.

No obstante, no sólo el futuro ya es una preocupación diaria con la cual debe lidiar este joven, sino también con la fuerte carga académica a la que se somete a los alumnos de tales niveles. Todas las mañanas con clases y, por la tarde, gimnasia, talleres y preuniversitario, son contar con las múltiples tareas y pruebas para las cuales debe estudiar. La vida se le puso color de hormiga. Si antes no tenía grandes problemas para entrar a clases aunque llegara atrasado, ahora tiene que rogarle a inspector, luego de ser citado su apoderado por constantes atrasos o de ser suspendido por lo mismo, para poder entrar.

Con el paso de las semanas, Francisco es catalogado como un alumno problemático: llega constantemente atrasado y, como aún no se acostumbra al ritmo de su nueva vida escolar, ha bajado sus notas; lo cual es advertido por sus profesores quienes no dejan pasar oportunidad para exigirle más responsabilidad y seriedad con “su proyecto de vida”. En momentos donde conceptos como “vocación”, “proyecto de vida”, “profesión” son diariamente recordadas por sus tutores, Francisco tiene que lidiar, además, con la doble presión de rendir en el colegio y de ser un alumno tal como lo dice el perfil ideal que aparece en la agenda. En definitiva, este joven cae en un abismo en dónde él se convierte en su peor enemigo, ya que los demás le hacen saber que es él quien está fallando, ya que los demás ponen todo de su parte.

Francisco, sin embargo, no es el único que está en esta situación dentro de su curso. Hay, dentro de los alumnos inadaptados al sistema, un gran descontento e insatisfacción. Cada vez más se acerca la “condicionalidad” o la “amonestación” y, como dice el resabio: “En tiempos desesperados, medidas desesperadas”. Han intentado copiar en las pruebas, pero siempre son los más vigilados porque, en teoría, son los más susceptibles de caer en tal infracción.

Luego de pensar bien cómo solucionar esto, más allá de tratar de estudiar más, llegan a la compleja situación de la falsificación de notas. Esto significa tomar el libro de clases y cambiar algunas notas que aparecen reprobadas o insuficientes para los promedios buenos. No obstante, saben que los profesores se darían cuenta si aplican corrector para borrar y cambiar notas, sería muy sospechoso, por lo cual deciden sacar una hoja del libro de clases, en donde no se ocupen los recuadros para las calificaciones, y recortar cuadraditos para luego pegarlos delicadamente con una buena nota sobre la mala nota. Este trabajo implica que la tarea sea minuciosa y que no sea percibida a simple vista. Habiendo practicado artesanalmente esta técnica en cuadernos propios, Francisco y sus compañeros tomaron el libro de clases -que se deja en las salas durante los recreos- y, a escondidas, cambian las primeras notas. Los días pasaron, llegó la siguiente reunión de apoderados y estos alumnos, según el informe, había mejorado: todos contentos.

Pasó más de un mes en que Francisco y sus compañeros recurrieron a este sistema para disminuir la presión que se había instalado sobre ellos. Sin embargo, y pese a su discreción, más alumnos se enteraron y comenzaron a pedir, a cambio de dinero, que se hiciera lo mismo con algunas notas que tenían deficientes. El tema ya era un tema de pasillo y los profesores ya sospechaban algo turbio en el ambiente. En esta sentido, y tal como el efecto bola de nueve, las cosas tomaron dimensiones mayores y era cosa de un descuido para que los profesores se enteraran. Francisco estaba intranquilo, desganado y angustiado: él había sido el iniciador, junto a otros compañeros, de este fraude. Si alguien caía, seguramente él sería uno de ellos.

Lamentablemente, para Francisco, los profesores se dieron cuenta del cambio radical en las notas de ciertos alumnos y, de casualidad, encontraron una disparidad en el relieve de las hojas en donde están las notas de cada ramo. Descubrieron así el engaño. Las investigaciones comenzaron y las citaciones a los apoderados comenzaron: Francisco, efectivamente, fue el primero. Muchos alumnos, por miedo a represiones, delataron a otros, por lo cual, quienes asumieron sus responsabilidad en un principio fueron quienes más se vieron afectados por las medidas del consejo de profesores.

Aún no pasaba medio año y Francisco estaba expulsado del colegio, junto a los compañeros con quienes inició el sistema. Se encuentra sin colegio, sin apoyo y sumamente decepcionado de sí. Paralelamente, en el colegio aumentaron las reglas de seguridad y de control hacia los alumnos y la sobre exigencia del establecimiento lejos de disminuir, aumentó para peor. Se quebró toda confianza entre alumnos y profesores y muchos de éstos fueron más exigente todavía, reforzando el círculo vicioso.

¿Quién tiene la culpa? ¿Francisco es víctima del sistema o realmente es irresponsable e inmaduro, y por lo tanto debe aceptar sin más la expulsión del colegio? ¿Tiene responsabilidad el mismo colegio y los padres de este joven?